siguenos

miércoles, 2 de abril de 2014

EL NEGOCIO DEL SIGLO XXI

Robert T. Kiyosaki

Del autor de Padre rico, Padre pobre,
bestseller número 1 del New York Times
Con John Fleming
y Kim Kiyosaki

PRIMERA
PARTE
Asume el control de tu futuro
¿Por qué debes tener un negocio propio?

                                        1                                                    
Las reglas cambiaron

Vivimos tiempos difíciles. Los últimos años nos han traído un desfile
constante de miedo y pánico que se refleja en los encabezados
de los periódicos, en las salas de juntas y en las cocinas de todo
Estados Unidos. La globalización, las importaciones, los decrementos,
los remates, las hipotecas subprime, las coberturas tipo swap,
los esquemas Ponzi, los fiascos de Wall Street, las recesiones… Una
mala noticia tras otra.

En los primeros meses de 2009, los despidos en empresas estadounidenses
alcanzaron la cifra de un cuarto de millón al mes. Ahora
que escribo esto, a finales de 2009, la tasa de desempleo es del
10.2 por ciento y sigue en aumento. Asimismo, la situación de las
personas

que lograron conservar su empleo pero que vieron disminuidas
sus horas de trabajo y los honorarios pagados por las mismas,
es aún peor. La estrepitosa caída en el empleo es una epidemia
a la que muy pocos son inmunes. De los ejecutivos y mánagers
de

nivel medio, a los empleados administrativos y los de escritorio;

de los banqueros a los empleados de ventas al menudeo, todo mundo
está en riesgo. Incluso la industria del cuidado de la salud que,
hasta hace poco, era considerada una zona de empleos seguros, sufre
recortes en su fuerza de trabajo de manera significativa.

En una encuesta realizada en 2009 por USA Today,
60 por ciento de los estadounidenses dijeron que
consideraban que la situación económica actual
representaba la mayor crisis en sus vidas.

En el verano de 2008, de pronto los portafolios para el retiro de
mucha gente perdieron la mitad de su valor, o incluso más. Los bienes
raíces se desplomaron. Lo que la gente creía que eran activos
sólidos y confiables se vaporizó. La seguridad laboral se fue para
siempre. Una encuesta realizada en 2009 por USA Today arrojó que
60 por ciento de los estadounidenses consideraban que la situación
económica actual representaba la mayor crisis en sus vidas.

Por supuesto, tú ya lo sabes. Pero hay algo que quizá desconoces:
Nada de esto es una noticia. Sí, claro, se necesitó de una crisis económica
para que la gente comenzara a despertar ante el hecho de que
su estilo de vida se encontraba en peligro, pero tus ingresos no se
pusieron bajo riesgo de la noche a la mañana, siempre lo han estado.
La mayor parte de la población de los Estados Unidos ha vivido
desde siempre al borde del precipicio, sobre la cuchilla que divide
a la solvencia y la ruina; siempre ha confiado en que el siguiente
cheque de nómina le sirva para cubrir los gastos de cada mes, aunque
sólo le deje un colchoncito muy pequeño de ahorros en efectivo
y, frecuentemente, ni siquiera eso. Ese cheque sirve para que
“cambies tu tiempo por dinero” y, en una recesión, se convierte
en
la fuente de ingreso menos confiable que existe. ¿Por qué? Porque
cuando el número de gente empleada comienza a caer, hay menos
ingreso disponible en circulación con el que se puede pagar el tiempo
que destinas a un empleo.

                               Las reglas cambiaron

                         Te lo dije

No quisiera salir con el típico: “Te lo dije”, pero… Te lo dije.
Lo he repetido durante años: Ya no existen los empleos seguros.
El Estados Unidos corporativo del siglo xxi es un dinosaurio
que tiembla porque está al borde de la extinción, y la única manera
de que puedas tener un futuro seguro es que asumas el control
del mismo.
Aquí te presento lo que escribí en 2001, en un libro intitulado,
La escuela de negocios para la gente a la que le gusta ayudar a otros:
En mi opinión, los Estados Unidos y muchas otras naciones occidentales
sufrirán un desastre económico que se avecina, y que será
ocasionado
porque el sistema educativo ha fallado y no ha podido
ofrecerles a sus estudiantes un programa de educación financiera
realista, de manera adecuada.
Ese mismo año, en una entrevista para Nightingale-Conante,
dije:
Si crees que los fondos mutualistas van a estar ahí para ti, si quieres
apostarle tu vida a los altibajos del mercado de valores, entonces
estarás apostando tu jubilación misma. ¿Qué sucede si el mercado
de valores sube y luego vuelve a caer cuando tengas 85 años? No
tendrás control. No estoy diciendo que los fondos mutualistas sean
malos, sólo digo que no son seguros y que no son la decisión más
sabia. Que yo no apostaría mi futuro financiero con ellos.

Nunca antes en la historia del mundo tanta gente había apostado
su retiro en el mercado de valores. Es una locura. ¿Tú crees que Seguridad
Social estará ahí para cuidarte? Entonces seguramente también
crees en el conejo de Pascua.
Y en una entrevista que di en marzo de 2005, dije:

La mayor fortaleza de un activo de papel es su liquidez, pero eso
también es su mayor debilidad. Todos sabemos que habrá otra caída
del mercado y que nos va a volver a afectar. ¿Por qué habrías de
adquirir este tipo de activos?
¿Y qué fue lo que sucedió? Que hubo otro colapso del mercado y
mucha gente volvió a resultar afectada. ¿Por qué? Porque no pudimos
cambiar nuestros hábitos ni nuestra forma de pensar.
En 1971, la economía estadounidense dejó de regirse por el patrón
oro. Y por cierto, esto sucedió sin la aprobación del Congreso;
sin embargo, lo más importante es que pasó. ¿Por qué es tan
importante? Porque nos permitió imprimir más y más dinero, todo
el que quisimos, sin que estuviera sustentado por ningún valor
real o sólido.

Esta desviación de la realidad nos abrió la puerta al auge económico
más grande de la historia. Durante las siguientes tres y media
décadas, la clase media norteamericana experimentó una suerte de
explosión. Mientras el dólar se devaluaba y el valor en libros de los
bienes raíces y otros activos se inflaba, la gente común se fue volviendo
millonaria. De repente hubo crédito disponible para cualquier
persona, en cualquier momento y lugar; y las tarjetas de crédito comenzaron
a aparecer como hongos tras las lluvias primaverales. Para
pagar esas tarjetas de crédito, los estadounidenses utilizaron sus casas
como pagarés: refinanciando y pidiendo prestado, prestando y
refinanciando.

Porque, después de todo, el valor de los bienes raíces siempre
sube, ¿verdad?
Pues no. Para 2007 ya le habíamos inyectado a este globo financiero
todo el aire caliente que podía soportar, y la fantasía se desplomó
hasta golpear el suelo de nuevo. Pero no solamente colapsaron
Lehman Brothers y Bear Sterns. Millones de personas perdieron
sus planes 401(k) para el retiro, sus pensiones y empleos.

El número de personas que viven oficialmente por debajo
de la línea de pobreza se incrementa con rapidez.
El número de personas que trabajan después de cumplir
los 65 años también va en ascenso.

En la década de los cincuenta, cuando General Motors era la
empresa
más poderosa de los Estados Unidos, la prensa tomó una
declaración del presidente de GM y la convirtió en una frase publicitaria
que duró décadas: “Mientras GM avance, también lo
hará el país.” Pues bien, amigos, tal vez ya no sea tan buena frase
porque en 2009 GM cayó en bancarrota y, ese mismo verano, el
estado de California comenzó a pagar sus deudas con pagarés en
lugar de efectivo.

Justamente ahora está disminuyendo el porcentaje de estadounidenses
que son dueños de su propia casa. Los remates hipotecarios
están a la alza, y el número de familias de clase media a la baja. Las
cuentas de ahorro, si acaso existen, son cada vez más pobres,
y el
endeudamiento familiar es cada vez mayor. El número de personas
que viven oficialmente por debajo de la línea de pobreza se incrementa
con rapidez. El número de personas que trabajan después
de cumplir los 65 años también va en ascenso. La cantidad de gente
que quiebra se ha disparado hasta el cielo. Además, muchos estadounidenses
no tienen suficiente dinero para retirarse, pero ni de
broma.
¿Pudieron todas estas malas noticias atraer tu atención? Seguramente,
pero no estás solo. Los estadounidenses de todas partes ya
dejaron de darle vueltas al asunto y fingir demencia. ¡Genial! Ahora
estás despierto y consciente de lo que sucede. No es agradable,
claro, así que analicémoslo con cuidado para comprender qué significa
y qué puedes hacer al respecto.

                  El negocio del siglo xxi

               Es un nuevo siglo

Siendo niño, mis padres me enseñaron la misma fórmula del éxito
que seguramente te dieron a ti: ve a la escuela, estudia con ahínco
y obtén buenas calificaciones para que puedas conseguir un empleo
seguro, bien pagado y con prestaciones. Y entonces, tu empleo se
hará cargo de ti.

Sin embargo, la anterior es una noción de la era industrial, y nosotros
ya no estamos en ella. Tu empleo no se hará cargo de ti. El
gobierno tampoco se hará cargo de ti. Nadie lo hará. Es un nuevo
siglo y las reglas ya cambiaron.

Mis padres creían en la seguridad de tener un empleo, en las
pensiones de las empresas, en Seguridad Social y en Medicare.
Pero todas estas son ideas desgastadas y obsoletas, remanentes de
una época que ya se fue. En la actualidad, la seguridad de tener
empleo es sólo una broma, y la mera noción de tener un trabajo
de por vida en una sola compañía —ideal que con tanto orgullo
defendió IBM en sus buenos tiempos—, es tan anacrónica como
una máquina de escribir.

Muchas personas creyeron que sus planes de retiro 401(k) estaban
a salvo porque los respaldaban acciones de blue-chip y fondos
mutualistas, así que, ¿qué podría salir mal? Pero luego resultó que
todo salió mal. La razón por la que estos conceptos, que alguna vez
fueron como vacas sagradas, ya no pueden seguir dando leche es
porque ahora todos son obsoletos: las pensiones, la seguridad de un
empleo y la certeza de una jubilación. Repito, son ideas perpetuadas
de la era industrial, pero los siglos han pasado, vivimos la era de
la información y necesitamos acciones y pensamientos congruentes
con este tiempo.

Por suerte, la gente ya comenzó a escuchar y aprender. Es una
lástima que se necesite de sufrimiento y dificultades para entender
las lecciones. Pero bueno, al menos, ya estamos aprendiendo. Cada
vez que atravesamos por una crisis importante —como la caída de las
dot-com, la crisis económica post 9/11, el pánico financiero de 2008

o la recesión del 2009—, más gente comprende que las antiguas
redes de protección ya no podrán sostenernos.
El mito corporativo terminó. Si pasaste años subiendo por la escalera
de una empresa, ¿alguna vez te detuviste a contemplar el panorama?
¿Cuál panorama?, me preguntas. El trasero de la persona
que está frente a ti. Eso es lo que tienes al frente. Si quieres seguir
viendo eso por el resto de tu vida, entonces tal vez este libro no es
para ti. Pero si estás harto de mirar el trasero de alguien más, entonces
continúa leyendo.

          Que no te vuelvan a engañar

En este preciso momento el desempleo continúa creciendo. Para
cuando termines de leer estas palabras, ¿quién sabe? La situación
podría
haber cambiado. No te engañes, cuando el valor del empleo
y los bienes raíces vuelvan a girar y el crédito se afloje de
nuevo, como inevitablemente sucederá, no vuelvas a ceder ante la
sensación de falsa seguridad que los metió, a ti y al resto del mundo,
en este desastre financiero desde el principio.
En el verano de 2008 los precios de la gasolina subieron hasta
cuatro dólares por galón. Las ventas de camionetas se desplomaron
como piedra y, de repente, todo mundo andaba en un automóvil
pequeño o híbrido. Pero piensa en lo que sucedió después: para 2009
los precios ya habían bajado a dos dólares y, ay, Dios mío, ¡la gente
volvió a comprar camionetas!

¡¿Cómo?! ¿De verdad creemos que los precios van a permanecer
así de convenientes? ¿Que bajaron para siempre y que, por tanto,
es bastante lógico comprar autos que consumen gasolina a lo loco?
¿En serio podemos ser tan ciegos? (Estoy tratando de ser amable,
pero la palabra que usaría es “estúpidos”.)
Por desgracia la respuesta es: “Sí.” No sólo nos engañan una vez:
permitimos que lo hagan una tras otra. Desde niños, seguramente
escuchamos, leímos o nos contaron la fábula de “La hormiga y la cigarra”;
sin embargo, la mayoría se aferra a vivir con la visión de la cigarra.
El negocio del siglo xxi

No permitas que los encabezados te distraigan. Siempre hay
algún rumor idiota que trata de captar tu atención para que no te
ocupes del serio asunto de construir tu vida. Es sólo ruido. Sin
importar si se trata de terrorismo, recesión o el escándalo electoral
más reciente, en realidad no tiene nada que ver con lo que necesitarías
estar haciendo hoy para construir tu futuro.
En la Gran Depresión mucha gente logró crear fortunas. Asimismo,
en los tiempos de los mayores auges, como el de los bienes
raíces en la década de los ochenta, millones y millones de personas
se negaron a hacerse cargo de su futuro —gente que ignoró todo lo
que voy a compartir contigo en este libro— y terminó teniendo
fuertes dificultades económicas o en bancarrota. Y, de hecho, la
mayoría
continúa en la misma situación.
Pero el problema no es la economía, sino tú.
¿Estás molesto por la corrupción del ámbito corporativo? ¿Estás
enojado con Wall Street y los grandes bancos por permitir que
sucediera esta crisis? ¿Con el gobierno por no hacer lo necesario,
por hacer demasiado o por equivocarse tanto y no hacer lo correcto?
¿Estás molesto contigo mismo por no asumir el control desde
antes?
La vida es difícil. Pero, ¿qué piensas hacer al respecto? Quejarte
y despotricar no asegurará tu futuro. Tampoco te servirá culpar
a Wall Street, a los grandes banqueros, al Estados Unidos corporativo,
ni al gobierno.
Si deseas un futuro sólido, necesitas crearlo. La única forma de
que asumas el control de tu futuro es haciéndote cargo de tu fuente
de ingresos. Necesitas tener tu propio negocio.

                         2
              El hilo de plata

El 13 de julio de 2009 la revista Time presentó un reportaje en la
página 2, llamado “10 preguntas para Robert Kiyosaki”. Una de
las preguntas que me hicieron fue: “¿Existe la posibilidad de crear
compañías nuevas en medio de esta turbulenta economía?”
“¡¿Bromeas?!”, fue lo primero que pensé. Pero mi respuesta fue
la siguiente:
Éste es el mejor momento. El verdadero empresario surge en los
malos tiempos. A los empresarios no les importa si el mercado sube
o baja. Los empresarios crean mejores productos y procesos, así
que, cada vez que alguien dice: “Oh, las oportunidades son menos
ahora”, es porque se trata de un perdedor.
Ya escuchaste una enorme cantidad de malas noticias sobre la economía.
¿Estás listo para las buenas nuevas? Bien, pues las malas noticias
son también las buenas. Te diré lo mismo que a la revista Time:

Una recesión es el mejor momento para comenzar tu propio negocio. Cuando
la economía se desacelera, el espíritu empresarial se aviva como
una estufa de leña bien provista en una fría noche de invierno.
Pregunta: ¿Qué tienen en común los imperios de Microsoft y Disney
además de que ambos son exitosos negocios multimillonarios
que se han convertido en marcas reconocidas en todo el mundo?
Respuesta: Que ambos se iniciaron durante una recesión.
De hecho, más de la mitad de las empresas que conforman el promedio
industrial del Dow Jones empezaron a funcionar en una
recesión.

¿Por qué? Es sencillo: en tiempos de incertidumbre económica,
la gente se vuelve creativa. Las personas salen de su zona de confort y
toman la iniciativa para lograr salir adelante. Es parte del antiguo
y sano espíritu empresarial estadounidense en su máxima expresión.
Cuando la situación se pone difícil, los más valientes sacan lo mejor
de sí.

Para empezar, el mercado para nuevas oportunidades madura
en los tiempos de desafío económico. Hace cinco años, cuando el
valor de los bienes raíces se fue hasta el cielo y había crédito disponible
por todos lados, en realidad no había gente hambrienta.
Todo mundo tenía la barriga llena, se sentía seguro y sólo estaba
en busca de ingresos alternativos. A los empleados no les preocupaba
la estabilidad financiera de sus empleadores ni si continuaría
habiendo un cheque de nómina en su futuro.
Pero ahora que los recortes son a gran escala, y todo mundo está
preocupado por lo que vendrá, hay millones de personas reevaluando
su situación financiera con mucha seriedad, y que se dan
cuenta de que si quieren tener un futuro seguro en el que puedan
confiar, necesitarán elaborar y echar a andar el plan B. Hoy en día
la gente está más ansiosa que nunca por ganar algo extra de dinero

y, debido a lo mismo, está más receptiva y dispuesta a abrir su mente
a nuevas posibilidades.
De hecho, la situación ya era así desde antes de la catástrofe económica.
El interés por controlar nuestro futuro económico comenzó
a surgir en los ochenta, y se exacerbó particularmente a principios
del nuevo siglo. Esto es lo que declaró la Cámara de Comercio de
los Estados Unidos en 2007, en un reporte intitulado Work, Entrepreneurship
and Opportunity in 21st Century America: “Millones de
estadounidenses están practicando actividades empresariales a través
de pequeños negocios propios.”

72 por ciento de los adultos estadounidenses preferiría
trabajar para sí mismo, que para alguien más, mientras
que 67 por ciento piensa, de manera “regular” o
“constante”, en dejar su empleo.

Ahora bien, aunque yo no soy economista, sí conozco a uno: Paul
Zane Pilzer.
Paul es un joven genio. Fue el vicepresidente más joven en la
historia de Citibank y luego abandonó el ámbito bancario para dedicarse
a hacer millones a través de sus negocios personales. Ha
tenido algunos bestsellers en la lista del New York Times, predijo la
crisis de “ahorros y préstamos” y fue asesor económico en dos administraciones
presidenciales. Definitivamente es alguien a quien
vale la pena escuchar.

Paul habla de un cambio de 180 grados en los valores culturales
inherentes a la naturaleza de cómo se elige una carrera, ahora que
la estructura convencional empresa-empleado está cediendo el camino
a la tendencia empresarial.
La sabiduría tradicional de la segunda mitad del siglo xx nos sugería
asistir a la escuela, recibir una buena educación y terminar trabajando
para una empresa grande. La idea de tener tu propio negocio

se consideraba riesgosa. Admirable, tal vez, pero riesgosa y hasta
un poco disparatada. En la actualidad, las cosas son exactamente
al revés.
Paul está en lo correcto. El reporte que mencioné anteriormente
de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos, también hace
referencia a una encuesta de Gallup en la que se descubrió que 61
por ciento de los estadounidenses asegura que preferiría ser su propio
jefe. Otra encuesta, de la empresa Decipher de Fresno, arrojó
que 72 por ciento de los adultos estadounidenses preferiría trabajar
para sí mismo, que para alguien más, y que 67 por ciento piensa,
de manera “regular” o “constante”, en dejar su empleo.

Pero no solamente se trata de ganarse la vida, sino de la calidad
de la forma en que la vivimos. La gente está empezando a darse cuenta
de que desea un mayor control sobre su existencia. Las personas
quieren estar más conectadas a sus familias, estar a cargo de la distribución
de su tiempo, trabajar desde casa, definir sus destinos. En
el estudio realizado por Decipher, 84 por ciento de los encuestados
dijo que trabajaría con más ahínco si fuera propietario de su propio
negocio. ¿Cuál era la razón principal que tenían para desear trabajar
para sí mismos? “Para sentir más pasión por mi vida laboral.”
Lo que sucede es que el mito del siglo xx sobre la seguridad del
empleo y la promesa de que el camino hacia una vida larga, feliz
y plena, radica en trabajar para alguien más, se está desmoronando
ante nuestros ojos.

             La mitología del empleo

Estamos tan adoctrinados por nuestras circunstancias, que creemos
que el empleo es algo natural. Sin embargo, lejos de ser “históricamente”
normal, todo el concepto de ser empleado es, en realidad,
un fenómeno bastante reciente.
En la era agraria, la mayoría de la gente se desempeñaba como
empresaria. Así es, casi todos eran granjeros que trabajaban las tieEl

rras del rey pero, sin ser sus empleados. Ellos no recibían cheques
de nómina del monarca. De hecho, sucedía lo contrario: el granjero
le tenía que pagar al rey un impuesto por el derecho a usar su
tierra. Esos granjeros en realidad se ganaban la vida como empresarios
con negocios pequeños. Eran carniceros, panaderos y fabricantes
de velas, que iban heredando su oficio a través del linaje de
la familia. En la actualidad aún quedan pruebas de aquella práctica,
ya que algunas personas conservan, en su apellido en inglés, el
oficio de su familia: Smith, para el herrero del pueblo; Baker, para
los propietarios de panaderías; Farmer, porque el negocio de la familia
era la agricultura; Taylor, que viene de la profesión de sastre;
y Cooper, antiguo término utilizado en inglés para referirse a
quienes se dedicaban a la fabricación de barriles.

No fue sino hasta la era industrial que se comenzó a necesitar y
a exigir otro tipo de producto: empleados. Como respuesta, el gobierno
asumió la tarea de educar de forma masiva, y adoptó el sistema
prusiano, sistema que, hasta la fecha, sigue siendo modelo para
la mayoría de las escuelas occidentales del mundo.
¿Alguna vez te has preguntado de dónde vino la idea de jubilarse
a los 65 años? Te responderé: de Otto von Bismarck, el presidente
de Prusia en 1889. En realidad, el plan de Bismarck sugería
la edad de 70, no 65 años, pero eso ya no importa mucho. Prometerles
a sus adultos mayores una pensión garantizada cuando cumplieran
65 años no fue un riesgo económico demasiado grande
para el gobierno de Bismarck. En aquel tiempo la expectativa de vida
del prusiano promedio era de 45 años. En la actualidad hay tanta
gente que llega a vivir hasta 80 o 90, que esa misma promesa muy
bien podría llevar a la quiebra al gobierno federal en la próxima
generación.

Si investigas la filosofía detrás de la educación prusiana, encontrarás
que su propósito era producir soldados y empleados: gente
que siguiera órdenes e hiciera todo lo que se le dijera. El sistema
prusiano busca la producción masiva de empleados.

En las décadas de los sesenta y los setenta en los Estados Unidos,
compañías como IBM establecieron el concepto de “empleo para
toda una vida”, como el patrón de oro de la seguridad laboral. Sin
embargo, el empleo en IBM llegó a su punto más alto en 1985 y,
a partir de entonces, todo el concepto de una carrera sólida y confiable
en una empresa comenzó a decaer. Y sigue haciéndolo hasta
la fecha. “Mientras GM avance, también lo hará el país.”
Y aquí estamos, medio siglo después, y las cosas no le están saliendo
nada bien a GM. ¿Eso significa que Estados Unidos está
destinado
al fracaso? No: significa que el mito de la seguridad corporativa
y el plan de los cuarenta años se acabó.

                   Fiebre empresarial

No quiero decir que el empleo sea algo negativo. Sólo estoy aclarando
que es una de varias maneras de generar ingresos, y que es
sumamente limitada. Y lo que sucede es que la gente se está dando
cuenta de ello. Estas personas, incluyéndote a ti, ya vieron que la
única forma en que de verdad podrán tener lo que quieren en la vida
es dando el primer paso en el camino del empresario.
Y por cierto, debo aclarar que no soy el único que lo nota. Tal
vez no has escuchado hablar de Muhammad Yunus, autor de Banker
to the Poor, pero el Comité del Premio Nobel de Oslo, Noruega,
sí. De hecho, lo galardonaron en 2006 por su concepto de microcréditos
para empresarios del Tercer Mundo. “Toda la gente es empresaria”,
dice Yunus, “pero algunos no tienen la oportunidad de
descubrirlo.”

La fiebre empresarial ha incrementado la velocidad de su
crecimiento porque, cuando la economía desacelera,
la actividad empresarial se exacerba. De hecho, los
empresarios prosperan en los tiempos difíciles.

Yunus dijo esto antes de que la economía empezara a estancarse
entre 2007 y 2008. Y ahora que se propagan todas las malas noticias
financieras, más y más gente busca, de manera activa, la forma
de hacer exactamente lo que dice el señor Yunus.
La fiebre empresarial ha incrementado la velocidad de su crecimiento
porque, cuando la economía desacelera, la actividad empresarial
se exacerba. De hecho, los empresarios prosperan en los tiempos
difíciles. Cuando hay incertidumbre, siempre buscamos otras maneras
de generar ingresos. Si sabemos que no podemos confiar
en los
empleadores, entonces comenzamos a buscar por nosotros mismos;
creemos que ha llegado el momento de movernos de la zona de confort
y ser creativos para lograr salir adelante en el aspecto económico.
Un estudio de la Reserva Federal de los Estados Unidos muestra
que el valor neto del hogar promedio para los empresarios es cinco
veces mayor al del valor de los empleados convencionales. Esto significa
que los empresarios tienen cinco veces más probabilidades
de
superar este descalabro sin grandes daños, e incluso con más fuerza
que antes del mismo. Y eso sucede porque ellos crean su propia solidez
económica.
Otro estudio reciente muestra que la mayoría de los votantes en
los Estados Unidos consideran que la actividad es la clave para resolver
la crisis económica actual. “La historia nos ha enseñado en
muchas ocasiones que estas nuevas compañías y el espíritu empresarial
son la mejor forma de reforzar una economía en recesión”,
explicó el director ejecutivo del estudio.
¿En serio?

Quizá esa “mayoría de votantes estadounidenses” que dice creer
en el espíritu empresarial empezará a mover el trasero y, de verdad,
hará algo al respecto. Creo que es posible; sin embargo, tampoco
espero con ansiedad que eso suceda. En realidad, la economía
en recesión que sí me interesa que se fortalezca es la tuya.
Tal vez atravesamos tiempos que son difíciles en el aspecto financiero
para casi toda la gente, pero para algunos empresarios —aquellos

que tienen una mente con suficiente apertura para entender lo que
voy a explicar en los siguientes capítulos—, estos tiempos están
impregnados de un gran potencial económico. Porque no solamente
llegó el momento de tener tu propio negocio, también es
el momento idóneo.

Como ya dije, cuando la situación se pone difícil, los más valientes
sacan lo mejor de sí. Y si lo anterior es verdad —y yo sé
que lo es—, entonces ya sólo nos queda responder dos preguntas.
La primera: ¿Estás dispuesto a ser de los más valientes?
Y si tu respuesta fue: “Sí”, entonces la segunda es: ¿Qué implica
sacar lo mejor de ti?
No puedo responder la primera pregunta por ti, pero sí sé con
exactitud la respuesta a la segunda. Este libro es sobre lo que implica
“sacar lo mejor de ti”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario