Aunque no lo crea, el envejecimiento es reversible. No
decimos que usted pueda escapar de todos los efectos del paso del tiempo, pero
sí disminuir el ritmo en que se producen en su cuerpo.
Puede
aprender a reforzar sus sistemas orgánicos para que trabajen a su favor, y
nunca es demasiado pronto para intentarlo. Esto significa que
tiene que fortalecer sus defensas a partir de los 30, 40 o 50 años para
prevenirse de los ataques que el tiempo iniciará cuando cumpla 60, 70 u 80. No
necesita hacer cambios drásticos, porque su cuerpo, lo sabe bien, es una
máquina casi perfecta. Si identifica y refuerza sus puntos débiles —aquello que
lo hace más vulnerable al envejecimiento—, el efecto acumulativo de sus
acciones puede aumentar la duración y calidad de su vida. Ya conoce algunas de
esas medidas, como cuidar su peso, mejorar su condición física y dormir bien,
pero aquí le presentamos otras de las que tal vez no había oído antes.
1- REPARE SUS GENES
Según
estudios realizados con gemelos idénticos, la longevidad depende 25 por ciento
de la herencia genética y 75 por ciento de la conducta y el estilo de vida. No
se trata de qué genes usted tiene, sino de cómo los regula. Su función es
fabricar proteínas, pero que un gen específico se encuentre activo es algo que
está bajo su control, al menos en parte.¿Cómo puede manipular sus genes? Una manera es reconstruir sus cromosomas, cuyos extremos, llamados telómeros, están constituidos por subunidades de nucleótidos; imagínelos como las puntas de plástico de los cordones de las zapatillas. Cada vez que una célula se divide, los telómeros se acortan un poco, tal como se desgastan las puntas de los cordones con el uso. Al desaparecer esa cubierta protectora, el ADN se vuelve inestable y más difícil de usar. Es por eso que las células dejan de dividirse y de reponer las que pierde el cuerpo. Cuando ya no es útil, la célula se suicida (apoptosis), lo que contribuye a la aparición de males vinculados a la edad.
Pero el cuerpo produce una proteína llamada telomerasa que rellena y reconstruye las puntas de los cromosomas para mantener sanas a las células y al individuo; sin embargo, muchas células carecen de telomerasa porque su duplicación tiene un límite, lo cual restringe la calidad de la reposición celular en todo el organismo.
2- RENUEVE SUS FUENTES
DE ENERGÍA
¿De dónde saca energía el cuerpo? De los cientos de mitocondrias
de las células, que transforman en energía los nutrientes de los
alimentos para que el cuerpo realice todas sus tareas. Estos motores
del metabolismo son la base de una de las principales teorías sobre el
envejecimiento.El problema es que cuando las mitocondrias convierten la comida en energía producen radicales libres de oxígeno, moléculas que, al acumularse, causan una inflamación peligrosa en toda la célula, incluidas las mitocondrias. Éstas son algo así como las fuentes de energía del cuerpo. Al igual que una fábrica antigua, las mitocondrias envejecidas vierten desechos en su entorno, lo que daña las células y provoca enfermedades.
Cuando el cuerpo consume el oxígeno y la glucosa en forma ineficiente, se producen daños mitocondriales en el corazón. Estos daños también están relacionados con la diabetes y algunos trastornos cerebrales, y podrían dar origen a ciertos tipos de cáncer, pues a mayor daño por oxidación, mayores estragos en el ADN. Al duplicarse una y otra vez, el ADN dañado puede convertirse en cáncer.
Ingerir menos calorías también puede ayudar, ya que el metabolismo cambia y se producen menos radicales libres.
La aspirina es útil, pues funciona como una brigada contra incendios que “sofoca” la inflamación. Consulte a su médico sobre la conveniencia de tomar este fármaco con frecuencia. Si es hombre y tiene más de 35 años, o mujer de más de 40, quizá le aconseje tomar a diario la mitad de una aspirina para adultos, o dos para niños (162 miligramos en total).
Las células madre reparan los tejidos dañados y cumplen una función clave en la forma en que nos recuperamos del estrés, pero con la edad las vamos perdiendo y nos hacemos vulnerables a los males que éste causa.
En todas las etapas de la vida, el cuerpo reacciona ante los daños activando las células madre. Éstas reparan, por ejemplo, los daños pulmonares de los fumadores, y curan la piel quemada por el sol. Pero cuantas más células madre se trasladan a los tejidos para hacer arreglos (por inflamación, exceso de grasa saturada, abuso de alcohol, etc.), mayores son las probabilidades de que algo salga mal; en otras palabras, cuanto más se necesitan estas células, más se reproducen, y cuanto más se reproducen, mayor el riesgo de que muten en células tumorales o cancerosas.
Recuerde que el estrés puede causar el acortamiento de los telómeros, y que si las células madre se reproducen con demasiada velocidad, se vuelven menos capaces de acudir a reparar tejidos en la cantidad necesaria.
Un buen control del estrés ayuda a reducir los daños de estas células. Además de practicar la respiración profunda, pruebe estas medidas:
Humedézcase los labios. Respire, pase la lengua por sus labios y
expulse el aire lentamente. El aire fresco lo ayudará a relajarse y a bajar el
ritmo.
Relájese. En la mandíbula se acumula mucha tensión. Apriete
suavemente un corcho con los dientes para relajarla.
Pase más tiempo con los amigos. Charle, juegue o pase un día al
aire libre con sus amigos. Además de divertido, es un remedio para la mente.
Cuide su cintura. La grasa abdominal se suma al estrés y causa
inflamación. El mesenterio, repliegue del peritoneo que une el intestino con la
pared abdominal, absorbe hormonas del estrés, de modo que acumula más grasa en
esa zona cuando está extenuado. El grosor de su cintura es indicador de cómo
lucha contra el estrés: debe medir menos de la mitad de su estatura (por
ejemplo, si mide 1,70, su cintura debe medir menos de 85 centímetros).
Todos sabemos bien lo destructivo que puede ser un virus informático. Es una pena que no podamos ponernos un antivirus. Interactuamos con toda clase de bacterias, virus, hongos y otros invasores que nos hacen vulnerables a resfríos, infecciones y enfermedades graves. Con la edad, el sistema inmunitario se debilita y nos hace aún más endebles.
Uno de los secretos para controlar la respuesta inmunitaria es el nervio vago, que funciona como canal de comunicación rápida entre el cerebro y los demás órganos, donde se libra una batalla continua contra los microbios. Controlar el nervio vago es posible con la fuerza de la voluntad.
Sirva de ejemplo una prueba que deben superar los monjes tibetanos: dentro de un cuarto helado, tienen que generar suficiente calor corporal con la mente para hacer que se seque una manta húmeda y fría que les ponen sobre los hombros. Lo logran gracias al nervio vago, que envía mensajes a los órganos y transmite la respuesta al cerebro. Se trata del principal mecanismo del cerebro para vigilar el funcionamiento del cuerpo. Por medio de la meditación, los monjes convencen a su cuerpo de que siente calor en lugar de frío.
La caída de cabello, la flacidez de la piel y el crujir de articulaciones son señales comunes de envejecimiento. Pero ¿sabía que el azúcar tiene que ver con estos signos?
El proceso se llama glucosilación, y ocurre cuando las moléculas de glucosa que flotan en la sangre se adhieren a moléculas proteicas, lo que merma su eficacia y causa inflamación. Normalmente, la glucosa provee de energía a las células, pero cuando se desarrolla resistencia a la insulina (por diabetes tipo 2 o por sobrepeso), ésta no absorbe con eficacia la glucosa y la deja en la sangre, lo que afecta las proteínas. La glucosa es como la lluvia ácida: daña todo lo que toca. Así que para reparar los daños causados en la pared interior de las arterias, el organismo las recubre con colesterol malo y triglicéridos.
Como consecuencia, se hacen más gruesas, menos elásticas y menos capaces de soportar el bombeo de sangre, lo que aumenta mucho la presión arterial.
La glucosa también provoca que el colágeno de la piel y las articulaciones pierda elasticidad, lo que con el tiempo produce arrugas, trastornos articulares y artritis.
Mantenga bajo control la presión arterial caminando 30 minutos por día, todos los días, y trate de comer 10 cucharadas de salsa de tomate por semana. El café, el té y la canela también pueden ayudarlo.
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