La
historia tras el descubrimiento de los textos más antiguos del cristianismo
Una inundación ocurrida hace cinco años en un árido valle del norte de
Jordania dejó al descubierto dos nichos dentro de una cueva, uno de ellos
marcado con una menorah, el candelabro religioso judío. Un pastor que pasaba
por el lugar se encontró, por casualidad, con el curioso hallazgo, descubriendo
en él un tesoro oculto por dos mil años. Se trataba de 70 libros de metal, cada
uno de entre cinco a 15 hojillas de plomo y sellados con ese mismo material y
con cobre, que yacían dentro de las tumbas junto a unos rollos, un cuenco de
incienso y otros artefactos.
El pastor no entendió el lenguaje y los símbolos de los textos, pero
supo que tenía algo valioso entre manos. Vendió su botín a un beduino israelí
llamado Hassan Saeda, quien los pasó en contrabando por la frontera, hoy luce
como su dueño y está enfrentado en una ardua disputa con el gobierno jordano
que reclama la devolución de los textos.
La batalla no es nimia: los primeros análisis realizados a los códices
por un grupo de arqueólogos británicos revelan que podrían ser los textos
cristianos más antiguos conocidos hasta ahora y entregar nuevos datos sobre la
vida de Jesús y el nacimiento del cristianismo.
Una de las pocas personas que ha visto la colección es David Elkington,
un estudioso de arqueología religiosa, quien lidera el equipo británico
dedicado a conseguir que los libros sean llevados a un museo de Jordania. Saeda
llegó a él para saber el valor de los textos y Elkington alertó al gobierno
jordano temiendo que fueran a parar al mercado negro.
El arqueólogo británico, como el resto de la comunidad científica, sabe
que si los textos no son judíos, sino cristianos, su valor es muy importante.
Esto, porque la arqueología de los primeros cristianos es escasa. De hecho, es
sólo por el hallazgo de las cartas de Pablo que se sabe de esta nueva fe tras
la crucifixión de Jesús. Pero hasta ahora, nunca ha habido un descubrimiento
del movimiento cristiano primitivo.
Una cruz y una tumba
Para Elkington, la evidencia es contundente. El mismo hecho de que se
trate de libros -dice- sugiere que son cristianos, ya que los judíos y los
romanos usaban rollos. "Es realmente único. Lo que tenemos aquí son 70
libros y cinco o seis rollos pequeños. Hubo una pequeña transición entre los
años de pergaminos y los años de los libros. En la Biblia hay muchas menciones
de libros que se mantienen sellados. De hecho, los libros sellados se mencionan
en el Libro de Apocalipsis", dice Elkington a La Tercera.
No son los únicos signos que avalan el origen cristiano. Uno de los
libros, cuenta, tiene unas placas de yeso que representan un mapa de la ciudad
santa de Jerusalén. En el primer plano hay una crucifixión y detrás de ella una
tumba, que puede ser la de Jesucristo. En otros, hay imágenes del Templo de
Jesrusalén y ramas de palma, todos los cuales están asociados con la Fiesta de
los Tabernáculos o Sucot, que en su forma más antigua era conocida como la
Fiesta del Mesías. "Aunque todavía tenemos que descifrar la mayor parte de
la lengua, a través de sus imágenes es muy fácil ver cómo retratan la vida de
Jesús", dice.
Otro dato: está escrito en hebreo asmoneo, que es un idioma antiguo de
los rituales del Templo de Jerusalén. "No es una lengua hablada. Se usaba
en el templo para textos que no debían ser leídos por la población, sino sólo
por los sumos sacerdotes", explica y agrega que, posiblemente, los
primeros cristianos usaron esta lengua con el mismo fin. Por eso, también los
libros fueron hechos en metal, para que no se pudieran editar. Llegaron a
Jordania posiblemente en manos de cristianos que huyeron de Jesrusalén tras su
destrucción por los romanos, en el año 70.
Edad oscura
Los expertos británicos, que pudieron ver, fotografiar y analizar parte
de los libros cuando fueron facilitados por Saeda, creen que los textos tienen
unos dos mil años, según las pruebas a los que fueron sometidos. "Creemos
que es probable que pertenezcan a la Edad Oscura del cristianismo, que fue un
período de unos 20 años, inmediatamente después de la muerte de Jesús. No hay
registros de esa época, porque éstos se perdieron cuando los romanos
destruyeron Jerusalén y lo que quedó, irónicamente, fue destruido por los
cristianos cientos de años después", para evitar que fueran conocidos.
El director del Departamento de Antigüedades de Jordania, Ziad al-Saad,
dice que los textos "podrían coincidir o, tal vez, ser más importantes que
los Rollos del Mar Muerto", un grupo de 800 pergaminos descubiertos en
1947, en las grutas de Qumran, escritos por la congregación judía de los
esenios entre los años 150 a.C. hasta 70 d.C. y que entregan datos del
judaísmo, el Antiguo Testamento y el cristianismo. "La información inicial
que tenemos es muy alentadora. Parece que estamos ante un descubrimiento muy
significativo, tal vez el más importante en la historia de la
arqueología".
Dudas
Pero hay expertos que han expresado sus dudas sobre el origen cristiano
del hallazgo. En un reciente artículo en el diario El Mundo, Antonio Piñero,
catedrático español y autor de numerosos libros sobre la Historia Bíblica,
sostuvo que las primeras comunidades cristianas no tenían los recursos para
pagar el uso del metal y que no le cuadra, por ejemplo, que en el libro no esté
el símbolo cristiano del pez.
Elkington cree que ese análisis es simplista, pues la iglesia primitiva
era muy popular y perfectamente pudo sumar esos recursos. "Los primeros
cristianos era numerosos. Miles y no cientos de personas recibieron a Jesús en
su ingreso a Jerusalén. Además, un texto del siglo I o II, los Reconocimientos
Clementinos, habla muy claramente acerca de la comunidad de San Santiago,
discípulo de Jesús, que tenía sobre cinco mil personas. Lo que estos códices
pueden decirnos es justamente sobre estos grupos, lo que ellos creyeron y lo
que Jesús fue", señala.
La carencia del símbolo del pez en los códices es obvia para el
arqueólogo británico: "Los peces no existían como un símbolo cristiano en
la época de Cristo, ni hubo un movimiento llamado cristianismo hasta alrededor
del 63 d.C., cuando el término fue acuñado por primera vez en la ciudad de
Antioquía de Siria. Los primeros cristianos se conocieron como Ebionitas y es
muy probable que fueran los autores de estos códices. Según los análisis que
hemos hecho y la iconografía de los textos, creemos que éstos son del siglo I y
que es el más antiguo texto cristiano jamás encontrado. Tal vez de un año o dos
después de la muerte de Jesús", dice.
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