Se conoce con el nombre de Cautiverio
de Babilonia o Cautividad de Babilonia al periodo que comenzó en el
607 a.C. , en que buena parte del pueblo judío fue forzado a
desplazarse desde Israel y desde Judea hasta la capital del imperio de Nabucodonosor II. Terminó
con la conquista de Babilonia
por los persas (Ciro) en el 537 a.C.
... Por entonces subieron a
Jerusalén los siervos de Nevujadnetzar, rey de Babilonia, y la ciudad fue sitiada...
Y se llevó a todo Jerusalén, y a todos los príncipes, y a todos los hombres
valientes, diez mil cautivos en total, y a todos los artesanos y los herreros.
Nadie quedó, salvo los más pobres del pueblo de la tierra... Y el rey de
Babilonia hizo a Mataniahu, hermano de su padre, rey del lugar y cambió su
nombre por el de Tzidkiahu. (Melajim 11 24:10-17) (2 Reyes 24:10-17).
La deportación sucedió en dos
fases, una en torno al 597 a.C., que afectó a las clases altas laicas, y otra,
más general, en el 586 a.C. a raíz de la destrucción de Jerusalén, que no obstante
no afectaba a los campesinos pobres. La liberación por Ciro significó la vuelta
de muchos judíos a Israel, pero la mayoría engrosó lo que se conoce con el
nombre de diáspora o comunidad judía
en el exterior, que ya era numerosa en algunos lugares, como Egipto.
"Debido a la ira del
Eterno sucedió eso en Jerusalén y Judea, hasta que la arrojó de Su presencia. Y
rebelóse Tzidkiahu contra el rey de Babilonia" (Melajim 11 24:20).
No conviene confundir la
cautividad de Babilonia con la cautividad israelita en Nínive, desde el año
722 a.C. (relacionada con las diez tribus
perdidas de Israel) que afectó a la
mitad norte del territorio de Palestina, llamado reino de Israel, y que en la
interpretación providencialista
mereció peor suerte aún que las dos tribus del reino de Judá. Ambas comunidades
estuvieron advertidas por los grandes profetas del periodo: Elías e Isaías
respectivamente.
La utilización del concepto
cautividad de Babilonia por extensión ha tenido mucho éxito a lo largo de la
Historia, habiéndose aplicado a
- La definición del periodo
conocido como Cautiverio o Cautividad
de Aviñón (periodo del siglo XIV entre los años 1305 y 1377, en que la Santa Sede cambió su
residencia desde Roma a la ciudad
francesa de Aviñón;
prolongado posteriormente durante el Cisma
de Occidente en que hubo dos papas, uno en Roma y otro en de
Aviñón;
- El propio catolicismo romano,
que para Lutero es un secuestro
de la Iglesia cristiana por
el Papa (La cautividad
de Babilonia, 1520)
Exilio de los hebreos en Babilonia (587 a 538 a. C.)[editar · editar fuente]
Desde la división del reino de
Israel entre los hijos del rey Salomón, hacia el año 930 a. C., los hebreos
habían sido políticamente débiles, y por tanto, se habían visto prisioneros del
juego político de las potencias extranjeras, y muy en particular del creciente
poderío de los asirios. En 721 a. C., el reino del
norte fue aniquilado por las fuerzas asirias. El reino de Judá obtuvo una prórroga,
gracias a la guerra entre Asiria y
Babilonia, que acabó con la
entronización del Imperio
Caldeo, pero cuando éste se asentó definitivamente en Mesopotamia, pudo iniciar
de nuevo la agresión militarista hacia el oeste. Su rey Nabucodonosor II conquistó Jerusalén en 587 a. C., terminando con
la independencia de los hebreos. Por su parte el fastuoso Templo
de Salomón, el orgullo nacional de los hebreos, fue completamente
arrasado.
A pesar de que se habla del
Cautiverio de Babilonia como el destierro total del pueblo de los hebreos,
parece ser que este traslado de población sólo afectó a las clases altas
hebreas. Los caldeos tenían interés en impedir que resurgiera allí un poder político
fuerte, y para eso, "importaron" por la fuerza a la clase dirigente
capaz de liderar una revuelta. El bajo pueblo, por su parte, no parece haberse
visto mayormente afectado por estos traslados forzosos de población.
La pérdida de su independencia
nacional fue un enorme terremoto en la mentalidad de los hebreos, quienes como
defensa psicológica dieron el paso del antiguo Yahvismo nacionalista a la
religión moderna del judaísmo.
Asimismo incubaron las primeras esperanzas mesiánicas, y creyeron que Yahveh los estaba poniendo a prueba para
después producir un milagroso cambio en las circunstancias, que traería consigo
el final de los tiempos y la imposición del reino judío sobre la Tierra.
A pesar de todos estos
sentimientos negativos, parece ser que al menos un grupo importantes de hebreos
fue capaz de prosperar. La suerte de los hebreos en Babilonia queda más o menos
reflejada en textos bíblicos como los libros de Daniel y Ester, obras ambas que
muestran a los hebreos encumbrándose a altas posiciones de confianza de los
caldeos. Después del final del Cautiverio, cuando Ciro el Grande los autorizó
a regresar a la tierra de Israel, una importante comunidad judía se quedó en Babilonia hasta bien
entrada la Era
Cristiana.
El año 538 a. C., el rey persa Ciro el Grande conquistó
Babilonia, destruyó al Imperio Caldeo, y autorizó a los hebreos para regresar a
su tierra nativa, dándole a Jerusalén un estatuto semiautónomo, probablemente
para tener un "estado tapón" que le sirviera de parapeto contra el
por entonces creciente poder de Egipto. El Templo de
Jerusalén fue reconstruido, y los hebreos consiguieron mantener un reducto
semiindependiente hasta la época del Imperio romano, en el cual
fueron dispersados
definitivamente.
Traslado de la sede papal de Roma a Aviñón (1305-1377)[editar · editar fuente]
El Cautiverio de Babilonia de
la Iglesia
Católica empezó durante el pontificado de Bonifacio VIII. Este Papa se enzarzó en una dura disputa con el
monarca Felipe
IV de Francia, conocido también como Felipe el Hermoso. Felipe
perseguía crear una Francia
centralizada con un poder monárquico fortalecido, lo que le llevó a chocar con
la Iglesia, que en ese tiempo era una suerte de poder supraestatal. Después de
una serie de conflictos entre ambos, Bonifacio VIII promulgó la bula "Unam
Sanctam", en donde se proponía que el Estado debía supeditarse a la
Iglesia. En respuesta, Felipe IV promovió el Atentado
de Anagni. Quebrantado, Bonifacio VIII falleció poco después, siendo
sucedido por el efímero Benedicto
XI.
En 1305 asumió el arzobispo de Burdeos, Bertrán de Got,
como Papa, asumiendo el nombre de Clemente V. Este se
entendió a las mil maravillas con Felipe el Hermoso, y uno de sus primeros
actos fue trasladar la sede papal de Roma a Aviñón. De esta manera, el
Papado se colocó al alero del monarca de Francia, cuya política secundaría en
lo sucesivo durante mucho tiempo.
En general, en Aviñón, los
Papas se dejaron arrastrar por una vida de lujos y placeres, comportándose como
verdaderos príncipes. El pontífice Clemente VI compró Aviñón a
la reina Juana, asentando de manera al parecer definitiva la sede pontificia en
dicha ciudad.
En 1367, el Papa Urbano V intentó regresar a
Roma, pero tuvo enormes complicaciones con el colegio
cardenalicio, el cual estaba conformado en su mayoría por cardenales
franceses, lo que le obligó a retornar a Aviñón en 1370. Finalmente, debido a la tozudez de Catalina de Siena, una
monja mística, el papa Gregorio XI
abandonó finalmente Aviñón y se radicó en Roma, en el año 1377.
El Cautiverio de Babilonia
terminó en dicha fecha, pero dejaría una grave secuela. En 1378, muerto Gregorio XI, el Colegio Cardenalicio
se dividió. Una parte de él cedió a las presiones del pueblo de Roma y eligió
como papa a Urbano VI, pero otra,
conformada por cardenales franceses separatistas, eligió a Clemente
VII, el cual aprovechó el antecedente del Cautiverio de Babilonia
para llevarse el trono pontificio a Aviñón. Esta situación de
dos papas, uno en Roma y otro en Aviñón, fue conocida como el Cisma
de Occidente, y duraría hasta 1417.
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