El número de gente capacitada que emigra desde
África a otros países del mundo crece a diario. La floreciente búsqueda de
pastos más verdes no es un fenómeno característico de Nigeria. En la mayoría de
los países en desarrollo, la mayor ambición de mucha gente es viajar al
extranjero. De hecho, la mayor parte de la gente que ahora ve la emigración
como una inversión que da buenos resultados. Los miembros de la familia cuentan
con las ganancias de enviar a sus hijos al extranjero en términos de dólares,
libras esterlinas o euros que serán mandados de vuelta a casa cuando se
establezcan en el país extranjero.
Muchos toman rutas que están cargadas de peligros,
viajan a otro país atravesando el desierto y algunas veces les lleva meses
alcanzar su destino final. Segun, (apellido oculto) tiene un master de la
Universidad de Lagos. Ha trabajado como oficial de atención al consumidor en un
banco de nueva generación y, para la mayoría de la gente, vivía acomodado y era
rico, utilizando el estándar de Nigeria como medida. En el camino, le picó el
bicho de la emigración, gastó todos sus ahorros intentando conseguir una visa
para Inglaterra. Cuando todo fracasó, decidió tomar la ruta ilegal y fue
presentado a la gente que se dedica a este tipo de actividades.
Le llevaron a través de la República de Níger y
pasó seis meses de viaje. Los seis meses fueron un tiempo de prueba para él y
para su familia, que tenía que vivir con las consecuencias financieras de su
viaje. Vivían al día y se preocupaban por su seguridad. ‘Tribune’ ha podido
saber que Segun sólo pudo lograr contactar con su familia para hacerles saber
que estaba vivo, un año y medio después de haber partido, y sólo seis de cada
20 personas que salieron de Nigeria con él, finalmente lograron llegar a la
tierra prometida. Abiola Thompson es otro nigeriano que dejó su trabajo como
funcionario en las costas extranjeras. Probó suerte viajando al exterior
legalmente durante cinco años sin éxito antes de partir para España, a través
de Cotonú, en un viaje que él describe como arriesgado. Pasaron 4 años antes de
que se comunicase con su familia, para decirles dónde estaba. Esos cuatro años,
los pasó haciendo trabajos sin importancia y viviendo en unas condiciones que nunca
vivió ni pudo imaginarse cuando estaba en Nigeria. ‘Tribune’ también ha tenido
acceso a la historia de un africano, Mamadou Saliou, “Billy” Diallo, que salió
de Senegal hacia Europa. Mamadou lo logró tras un largo y peligroso viaje a
través del desierto del Sáhara. Su experiencia en la ciudad italiana de Brescia
fue mucho más de lo que esperaba. Vivía en la residencia Prealpino, donde
vivían cientos de senegaleses, durante más de cuatro años. Dieciséis de ellos
compartían habitación por lo que tenía problemas para dormir excepto cuando
llevaba unos tapones que le habían dado para trabajar en una fábrica. Mamadou
apenas comía fuera porque no podía permitirse una plato de arroz con pescado,
que costaba 5 euros y a duras penas conseguía algo para el mercado africano que
se organizaba los fines de semana a las afueras de la residencia, para poder
mandar lo máximo posible a su mujer y a su familia en Senegal.
Las condiciones en las que se encuentran
normalmente está por debajo de sus expectativas. A veces, descubren que irse al
extranjero no es lo que ellos pensaban que sería; es difícil para ellos
encontrar trabajo, el dinero que ganan sólo sirve para mantenerse ellos mismos,
así, cuesta tiempo mandar dinero a su casa, y los trabajadores altamente
cualificados, normalmente tiene que guardarse sus titilaciones y hacer trabajos
sin importancia. Una nigeriana que vive en Londres contó a ‘Tribune’ que ningún
inmigrante puede evitar trabajar en este tipo de trabajos menores si quiere
sobrevivir. Contó que la gente normalmente empieza con trabajos como lavar
platos, barrer, de camareros, y otros de esa naturaleza, y así se las va
arreglando hasta que logran una oportunidad mejor.
La huida de nigerianos que viajan al exterior a
cualquier coste, normalmente desvela una historia trágica, éxito, traición,
fraude y bancarrota. Contrariamente a la creencia popular de que sólo los
jóvenes están desesperados por salir de las costas del país, ha habido varios
casos de hombres de mediana edad y gente de 40 y 50 años que se unen al grupo
de viaje. La desesperación de mucha gente que desea viajar al extranjero ha
llevado a un crecimiento de los índices de criminalidad. Ha habido casos de
gente que ha utilizado visados caducados, gente con papeles falsos y algunos
que utilizan la identidad de personas muertas. Esto hace que el número de
residentes ilegales en los países desarrollados, especialmente en Europa y
Estados Unidos, es extremadamente alto.
Lo que hace que la situación de muchos inmigrantes
sea patética es el hecho de que no se informan sobre cómo están las cosas en
los países en los que quieren residir, ellos se creen y hacen creer los cuentos
chinos que se cuentan en las películas occidentales. Hacen planes en base a las
ilusiones de la opulencia de la que van a disfrutar si logran entrar en
semejantes naciones. La gente simplemente quiere irse al extranjero, no importa
lo que cueste, porque ellos creen que es más fácil salir adelante en el
extranjero. Como resultado, muchos terminan en las playas de países que también
están luchando por sobrevivir y sus condiciones empeoran por el hecho de que
esas naciones tienen dificultades para ocuparse adecuadamente de sus propios
ciudadanos. Aparte de la pobreza, se han atribuido varias razones por las que
la gente huye del país. Algunos sufren de los que se llama complejo de
inferioridad, no se creen que el trabajo duro en África les pueda proporcionar
riqueza, así que se marchan al exterior a toda costa y desempeñan trabajos que
son peores que los que rechazaron en casa.
Algunos se dejan llevar por el aura de la riqueza
que rodea a la gente que vive en otros países, creen que todo el mundo que vive
en tierras del extranjero es rico. Otros creen que la situación económica del
país es tan mala que es imposible alcanzar sus sueños. Si se hace legalmente,
emigrar a otro país no es siempre una decisión negativa para el individuo, la
familia y el país del que está emigrando. Las ventajas afectan a toda la
nación, mientras que las desventajas de marcharse ilegalmente afecta a la
familia y al país de destino. El dinero enviado por los emigrantes a sus países
de origen, es una importante fuente de fondos del exterior para muchos países
en desarrollo. El flujo de remesas es la segunda mayor fuente de fondos
extranjeros, después de la inversión extranjera de compañías privadas en los
países en desarrollo. Los inmigrantes conforman una parte importante de la mano
de obra en muchos de los países más industrializados del mundo. Marcharse a un
país extranjero es un fenómeno que ha venido para quedarse, a pesar de los
cuentos de terror de muchas familias. Lo que marca la diferencia es si uno
llega a un país extranjero de manera legal, ilegal o con unos planes concretos.
Artículo publicado en el diario nigeriano ‘Tribune’
el 16 de septiembre de 2006.
Traducido por Rosa Moro
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