Doce años después del atentado
a las Torres Gemelas, el gobierno norteamericano se encuentra nuevamente a las
puertas de un conflicto bélico en Medio Oriente. Pese al reciente giro
diplomático del presidente Barack Obama.
En la jornada de hoy miércoles, los Estados
Unidos recuerdan una vez más a los héroes y las víctimas del trágico atentado
contra las Torres Gemelas ocurrido el 11 de septiembre, el peor ataque ocurrido
en suelo norteamericano en toda su historia.
Pese a que
por la mañana se realizarán actos conmemorativos en el lugar donde se erigía el
World Trade Center, y el presidente Barack Obama participará de un evento en el
Pentágono –donde se estrelló un tercer avión–, a diferencias de otros años, la
atención mediática y política no estará puesta en la recordación de esta fecha.
Es que el país enfrenta por estas horas la
posibilidad de emprender un nuevo ataque contra un país del Medio Oriente; esta
vez, Siria, tal como lo hiciera la desprestigiada administración Bush en Irak y
Afganistán tras los atentados, con un alto costo humano, financiero y político,
pero que en su momento contó con el apoyo del 90% de la población
norteamericana.
Esta vez la situación es muy diferente: el
respaldo a una posible intervención contra el régimen de Al Assad -acusado de
llevar adelante un ataque químico masivo la pasada semana contra población
civil- es de menos del 30% en la ciudadanía, mientras que la posibilidad de
conseguir la aprobación en el Congreso es cada vez más distante.
Consciente de este panorama, Obama, quien en un
principio abogó férreamente por la vía militar, ahora parece estar volviendo
sobre sus pasos y, en un discurso del martes transmitido en cadena nacional,
dejó abierta la posibilidad de una salida diplomática al conflicto, que desde
su comienzo hace dos años y medio atrás, produjo la muerte de más de 110 mil
personas, dos millones de refugiados, y cuatro millones y medio de desplazados
internos.
"Fue la fuerza militar la que apuró la
salida diplomática", afirmó en defensa de su posición inicial de
"halcón" en el conflicto el presidente Obama, quien a la vez anunció
que pidió al Congreso de los EEUU que postergara su votación sobre el ataque a
la luz de la propuesta rusa que contempla la entrega del arsenal químico por
parte de Siria.
Pero tras una década de guerra en Afganistán e
Irak, que provocó la muerte de 6 mil soldados norteamericanos y un enorme
agujero en sus cuentas, Barack Obama no la tiene fácil si desea convencer a la
opinión pública de la necesidad de volver a la ofensiva en un turbulento país
lejano, pese a que se trataría de un ataque aéreo limitado, sin tropas pisando
suelo sirio.
"Sé que, desde entonces, los
norteamericanos están cansados de la guerra", reconoció el mandatario.
La conexión yihadista
Justificar esta intervención tiene además otras
dificultades para el gobierno de Obama. Si bien la rebelión contra Al Assad (en
el poder desde hace 13 años, tras heredar la presidencia de su padre, quien
gobernó durante tres décadas) comenzó como una protesta prodemocrática
enmarcada dentro de los levantamientos de espíritu libertador de la Primavera
Árabe, ahora la situación ha virado hacia una guerra sectaria en la que grupos
islamistas, incluidas ramas de Al-Qaeda, grupo terrorista responsable del ataque
del 11 de septiembre, están involucrados.
Aprovechando este flanco, el ministro de
relaciones exteriores sirio, Walid al Muallem, dijo en una conferencia de
prensa celebrada el pasado lunes en Moscú con su par ruso, que un ataque de
Estados Unidos contra su país solo "favorecerá a quienes perpetraron los
atentados contra el World Trade Center".
Y agregó: "¿Cómo va a justificar Obama esta
agresión, apoyar a aquellos que hicieron volar el World Trade Center el 11 de
septiembre en Nueva York?".
En esa encrucijada se encuentra Obama en estas
horas, a meses de haber dado inicio a su segundo mandato, que suele ser cuando
los presidentes consolidan su legado, y con un Premio Nobel de la Paz a
cuestas. Actuar en suelo sirio, desoyendo a la opinión pública norteamericana y
buena parte de la comunidad internacional (incluido el papa Francisco) o
manternerse indiferente ante una masacre civil que parece no tener fin.
Fuente:http://www.infobae.com
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