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miércoles, 11 de septiembre de 2013

Estados Unidos recuerda el 11 de septiembre

Doce años después del atentado a las Torres Gemelas, el gobierno norteamericano se encuentra nuevamente a las puertas de un conflicto bélico en Medio Oriente. Pese al reciente giro diplomático del presidente Barack Obama.
 
En la jornada de hoy miércoles, los Estados Unidos recuerdan una vez más a los héroes y las víctimas del trágico atentado contra las Torres Gemelas ocurrido el 11 de septiembre, el peor ataque ocurrido en suelo norteamericano en toda su historia.
 
Pese a que por la mañana se realizarán actos conmemorativos en el lugar donde se erigía el World Trade Center, y el presidente Barack Obama participará de un evento en el Pentágono –donde se estrelló un tercer avión–, a diferencias de otros años, la atención mediática y política no estará puesta en la recordación de esta fecha.
Es que el país enfrenta por estas horas la posibilidad de emprender un nuevo ataque contra un país del Medio Oriente; esta vez, Siria, tal como lo hiciera la desprestigiada administración Bush en Irak y Afganistán tras los atentados, con un alto costo humano, financiero y político, pero que en su momento contó con el apoyo del 90% de la población norteamericana.
 
Esta vez la situación es muy diferente: el respaldo a una posible intervención contra el régimen de Al Assad -acusado de llevar adelante un ataque químico masivo la pasada semana contra población civil- es de menos del 30% en la ciudadanía, mientras que la posibilidad de conseguir la aprobación en el Congreso es cada vez más distante.
 
Consciente de este panorama, Obama, quien en un principio abogó férreamente por la vía militar, ahora parece estar volviendo sobre sus pasos y, en un discurso del martes transmitido en cadena nacional, dejó abierta la posibilidad de una salida diplomática al conflicto, que desde su comienzo hace dos años y medio atrás, produjo la muerte de más de 110 mil personas, dos millones de refugiados, y cuatro millones y medio de desplazados internos.
 
"Fue la fuerza militar la que apuró la salida diplomática", afirmó en defensa de su posición inicial de "halcón" en el conflicto el presidente Obama, quien a la vez anunció que pidió al Congreso de los EEUU que postergara su votación sobre el ataque a la luz de la propuesta rusa que contempla la entrega del arsenal químico por parte de Siria.
 
Pero tras una década de guerra en Afganistán e Irak, que provocó la muerte de 6 mil soldados norteamericanos y un enorme agujero en sus cuentas, Barack Obama no la tiene fácil si desea convencer a la opinión pública de la necesidad de volver a la ofensiva en un turbulento país lejano, pese a que se trataría de un ataque aéreo limitado, sin tropas pisando suelo sirio.
"Sé que, desde entonces, los norteamericanos están cansados de la guerra", reconoció el mandatario.
La conexión yihadista
 
Justificar esta intervención tiene además otras dificultades para el gobierno de Obama. Si bien la rebelión contra Al Assad (en el poder desde hace 13 años, tras heredar la presidencia de su padre, quien gobernó durante tres décadas) comenzó como una protesta prodemocrática enmarcada dentro de los levantamientos de espíritu libertador de la Primavera Árabe, ahora la situación ha virado hacia una guerra sectaria en la que grupos islamistas, incluidas ramas de Al-Qaeda, grupo terrorista responsable del ataque del 11 de septiembre, están involucrados.
 
Aprovechando este flanco, el ministro de relaciones exteriores sirio, Walid al Muallem, dijo en una conferencia de prensa celebrada el pasado lunes en Moscú con su par ruso, que un ataque de Estados Unidos contra su país solo "favorecerá a quienes perpetraron los atentados contra el World Trade Center".
Y agregó: "¿Cómo va a justificar Obama esta agresión, apoyar a aquellos que hicieron volar el World Trade Center el 11 de septiembre en Nueva York?".
 
En esa encrucijada se encuentra Obama en estas horas, a meses de haber dado inicio a su segundo mandato, que suele ser cuando los presidentes consolidan su legado, y con un Premio Nobel de la Paz a cuestas. Actuar en suelo sirio, desoyendo a la opinión pública norteamericana y buena parte de la comunidad internacional (incluido el papa Francisco) o manternerse indiferente ante una masacre civil que parece no tener fin.
 
 
 

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