17 de marzo de 2014
La miel podría ser una solución para el grave problema creciente de la resistencia bacteriana a los antibióticos, según anuncia un grupo de investigadores. Los profesionales médicos a veces utilizan con éxito la miel como un apósito tópico, pero podría jugar un papel más importante en la lucha contra las infecciones, tal y como han detectado los autores de un nuevo estudio que presentarán en la 247 Reunión Nacional de la Sociedad Química Americana, que se celebra en Dallas, Estados Unidos.
"La propiedad única de la miel se encuentra en su capacidad para combatir infecciones a varios niveles, lo que hace más difícil que las bacterias desarrollen resistencia --subraya la líder del estudio, Susan M. Meschwitz--. Es decir, utiliza una combinación de armas, como el peróxido de hidrógeno, la acidez, su efecto osmótico, la alta concentración de azúcar y los polifenoles, que matan activamente las células bacterianas". El efecto osmótico, que es el resultado de la alta concentración de azúcar en la miel, extrae agua de las células bacterianas, deshidratándolas y matándolas.
Además, varios estudios han demostrado que la miel inhibe la formación de biopelículas o comunidades de bacterias que causan enfermedades viscosas. "La miel también puede alterar la percepción de quórum, debilitando la virulencia bacteriana, lo que hace a las bacterias más susceptibles a los antibióticos convencionales", apunta Meschwitz.
La sensación de quórum es la forma en la que las bacterias se comunican unas con otras y puede estar implicada en la formación de biopelículas. En ciertas bacterias, este sistema de comunicación también controla la liberación de toxinas, lo que afecta a la patogenicidad de las bacterias o su capacidad para causar la enfermedad.
Meschwitz, que trabaja en la Universidad de Newport, en Rhode Island, Estados Unidos, agrega que otra ventaja de la miel es que, a diferencia de los antibióticos convencionales, no se dirige a los procesos de crecimiento esenciales de las bacterias. El problema de ese tipo de focalización, que es la base de los antibióticos convencionales, es que fomenta que las bacterias acumulen resistencia a los medicamentos.
La miel es eficaz porque está llena de polifenoles saludables o antioxidantes, entre los que están los ácidos fenólicos, el ácido cafeico, el ácido p-cumárico y el ácido elágico, según Meschwitz. "Varios estudios han demostrado una correlación entre las actividades antioxidantes y antimicrobianas no peróxidas y la presencia de compuestos fenólicos de la miel", agrega. Un gran número de estudios de laboratorio y clínicos han confirmado las propiedades antibacterianas de amplio espectro, antifúngicas y antivirales de la miel, insiste Meschwitz.
"Hemos llevado a cabo pruebas de antioxidantes convencionales a base de miel para medir el nivel de actividad antioxidante", explica esta investigadora. "Hemos separado e identificado los diversos compuestos polifenólicos antioxidantes. En nuestros estudios antibacterianos, hemos estado probando la actividad de la miel contra 'E. Coli', 'Staphylococcus aureus' y 'Pseudomonas aeruginosa', entre otros", concluye.
"La propiedad única de la miel se encuentra en su capacidad para combatir infecciones a varios niveles, lo que hace más difícil que las bacterias desarrollen resistencia --subraya la líder del estudio, Susan M. Meschwitz--. Es decir, utiliza una combinación de armas, como el peróxido de hidrógeno, la acidez, su efecto osmótico, la alta concentración de azúcar y los polifenoles, que matan activamente las células bacterianas". El efecto osmótico, que es el resultado de la alta concentración de azúcar en la miel, extrae agua de las células bacterianas, deshidratándolas y matándolas.
Además, varios estudios han demostrado que la miel inhibe la formación de biopelículas o comunidades de bacterias que causan enfermedades viscosas. "La miel también puede alterar la percepción de quórum, debilitando la virulencia bacteriana, lo que hace a las bacterias más susceptibles a los antibióticos convencionales", apunta Meschwitz.
La sensación de quórum es la forma en la que las bacterias se comunican unas con otras y puede estar implicada en la formación de biopelículas. En ciertas bacterias, este sistema de comunicación también controla la liberación de toxinas, lo que afecta a la patogenicidad de las bacterias o su capacidad para causar la enfermedad.
Meschwitz, que trabaja en la Universidad de Newport, en Rhode Island, Estados Unidos, agrega que otra ventaja de la miel es que, a diferencia de los antibióticos convencionales, no se dirige a los procesos de crecimiento esenciales de las bacterias. El problema de ese tipo de focalización, que es la base de los antibióticos convencionales, es que fomenta que las bacterias acumulen resistencia a los medicamentos.
La miel es eficaz porque está llena de polifenoles saludables o antioxidantes, entre los que están los ácidos fenólicos, el ácido cafeico, el ácido p-cumárico y el ácido elágico, según Meschwitz. "Varios estudios han demostrado una correlación entre las actividades antioxidantes y antimicrobianas no peróxidas y la presencia de compuestos fenólicos de la miel", agrega. Un gran número de estudios de laboratorio y clínicos han confirmado las propiedades antibacterianas de amplio espectro, antifúngicas y antivirales de la miel, insiste Meschwitz.
"Hemos llevado a cabo pruebas de antioxidantes convencionales a base de miel para medir el nivel de actividad antioxidante", explica esta investigadora. "Hemos separado e identificado los diversos compuestos polifenólicos antioxidantes. En nuestros estudios antibacterianos, hemos estado probando la actividad de la miel contra 'E. Coli', 'Staphylococcus aureus' y 'Pseudomonas aeruginosa', entre otros", concluye.
Fuente: infosalus.com
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