Los bancos chinos financian las medidas de su gobierno y ofrecen exceso de crédito a las empresas. China aprende que las finanzas son poderosas, pero hay muchos riesgos por abundancia de crédito barato, explicó Alicia García-Herrero, jefa de mercados emergentes del BBVA Research.
Alicia García-Herrero
Economista Jefe de Mercados Emergentes BBVA
China: De fábrica del mundo a gigante financiero
La imagen de obreros chinos trabajando
a destajo en enormes fábricas de productos manufacturados pronto puede acabar
siendo algo del pasado, como ya ocurrió en Europa al introducir un estado
del bienestar que acabó con las miserias sociales de la Revolución Industrial.
Aunque de manera mucho más comedida,
el gobierno chino está creando una red de prestaciones sociales mínimas a la
vez que ha ido incentivando un fuerte aumento de los salarios, que –a pesar de
la enorme competitividad del sector manufacturero chino- sin duda está haciendo
mella en su competitividad.
Al mismo tiempo, gracias a su
innegable y admirable capacidad de adaptación, China está aprendiendo de
Occidente que las finanzas pueden ser tan poderosas como las fábricas, sino
más.
El convencimiento de que las finanzas
pueden traer crecimiento y riqueza se ha traducido, entre otras cosas, en un
enorme aumento del crédito,
que ha llevado a duplicar el tamaño del sistema financiero chino en los últimos
años, especialmente desde el estallido de la crisis financiera global.
Mientras en Occidente iban
desapareciendo gigantes financieros como si se tratara de un castillo de
naipes, en China se han creado nuevos gigantes. Los principales mecanismos que
han conseguido esta transformación son los siguientes:
1) La banca y el gobierno chino
La banca china ha jugado un importante papel de intermediación del enorme paquete fiscal que el gobierno chino decidió introducir en los momentos más difíciles de la crisis global (2008-09) al ser los principales prestatarios de los gobiernos locales chinos para sus enormes inversiones en infraestructura y vivienda.
La banca china ha jugado un importante papel de intermediación del enorme paquete fiscal que el gobierno chino decidió introducir en los momentos más difíciles de la crisis global (2008-09) al ser los principales prestatarios de los gobiernos locales chinos para sus enormes inversiones en infraestructura y vivienda.
De hecho, tan solo en esos dos años de
crisis, el crecimiento del crédito bancario a los gobiernos locales alcanzo un
30% del PIB y, de hecho, continúa hoy por hoy aunque de
una manera más moderada.
Así los bancos chinos, y no sus
ciudadanos o los inversores internacionales, son los grandes acreedores de los
gobiernos locales chinos. Esto no sería un problema si los gobiernos locales
hubieran realizado inversiones rentables. Por desgracia hay suficiente
evidencia, incluida la del gobierno central chino, de que un buena parte de su
inversión no será productiva.
2) El crecimiento de las grandes empresas chinas
Por un lado las grandes empresas estatales siguen compitiendo internamente por aumentar su cuota de mercado endeudándose con los bancos locales para aumentar la capacidad instalada. Estos mismos bancos también están financiando la internacionalización de estos grandes conglomerados chinos a través de adquisiciones en cualquier lugar del globo.
Por un lado las grandes empresas estatales siguen compitiendo internamente por aumentar su cuota de mercado endeudándose con los bancos locales para aumentar la capacidad instalada. Estos mismos bancos también están financiando la internacionalización de estos grandes conglomerados chinos a través de adquisiciones en cualquier lugar del globo.
Por otro lado, los bancos chinos
también han ayudado a sus grandes empresas de construcción y promotores
inmobiliarios a aumentar su peso en la economía hasta niveles sospechosamente
altos (más de un 15% del PIB).
El exceso de ahorro interno y la
represión financiera aún vigente en China han permitido a los bancos chinos
otorgar a estas grandes empresas todo el crédito que pueden desear y más, y a
las mejores condiciones.
Por desgracia, la abundancia de
crédito barato está convirtiendo a China –o al menos a sus gobiernos locales y
a sus empresas, que no es poco- en una economía adicta al crédito o, lo que es
lo mismo, en un gigante financiero.
El problema de los gigantes
financieros es que pueden acabar teniendo pies de barro si la estabilidad de
los depósitos en los que se apoya el masivo crecimiento del crédito desaparece
una vez que China liberaliza la cuenta financiera o, simplemente, porque el
crédito que los bancos han otorgado acaba por no ser tan productivo como se
pensaba.
Esta es la historia reciente de muchos
países en Occidente y todos sabemos cuál es el coste en términos de crecimiento
y empleo. China podría ser
diferente pero no necesariamente.
Fuente: Gestion
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