La fotografía que ven en
esta página corresponde a las manos de una joven afgana de 16 años, Aziza, cuyo
marido le prendió fuego un día por no haber cocido bien el pan. Las quemaduras
le dejaron medio cuerpo arrugado y los dedos deformados y soldados como si
fueran barras de metal.
Aziza se casó a la fuerza
cuando sólo tenía 12 años. Su padre pidió un préstamo a un comandante militar
del norte de Afganistán, y después no pudo saldar la deuda. El comandante
exigió entonces como pago casarse con alguna de sus dos hijas. Eligió primero a
la mayor, una adolescente con formas ya de mujer, que huyó de casa tan pronto
supo que pretendían esposarla con un hombre que le triplicaba la edad. Y
después se fijó en Aziza, que no tuvo más remedio que aceptar lo que no quería:
casarse a pesar de ser una niña e irse a vivir con un extraño. Así empezó su
calvario.
Aziza reside ahora en una
de las cuatro únicas casas de acogida para mujeres maltratadas que existen en
Afganistán
. Es un lugar secreto, en
Kabul, regentado por la ONG local Humanitarian Assistance for the Women and
Children of Afghanistan (HAWCA). Junto a ella, hay 19 jóvenes más. Todas
adolescentes, algunas incluso con cara de niñas, que también sufrieron la
violencia desde muy pronta edad, y tuvieron que huir del hogar.
Fuente: El Mundo
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