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jueves, 25 de julio de 2013

Maya cumple 101 años

Una abeja universal anida en la mente de cuatro generaciones de televidentes. Vino a España con más blanco y negro que color
 La abeja Maya ha entretenido a miles de ojos infantiles, que han revoloteado junto a ella de flor en flor ARCHIVO
Nació el año 1912 en un libro de cuentos alemán. Se metamorfoseó en especie televisual en Japón en 1975. Y llegó a España en 1978, cuando la tele en color era un lujo minoritario. Desde entonces, cumple su misión: lograr que las criaturas humanas devoren lo que se les ponga en el cazo o en el plato calladitas y sin pestañear, como abducidas por la pantalla. Las primeras personas que la vieron volar son hoy abuelas y abuelos. La generación intermedia la forman madres y padres que conectan Clan y ven a sus crías felices, comidas y entretenidas ante la tele, que es de lo que se trata, especialmente en vacaciones.

Maya llegó cantando aquello de: "En un país multicolor, nació una abeja bajo el sol, y fue famosa en el lugar, por su alegría y su bondad". Procedente de las pantallas de 625 líneas, ha evolucionado hasta el 3D y la era digital. Y aquí sigue, más lozana y espectacular. Su primera voz fue la de Matilde Vilariño, la gran dama del teatro, la radio y el radioteatro. La de Periquín en el serial Matilde, Perico y Periquín. La de La saga de los porretas. Y la de Pedrito Calvo en Marcelino, pan y vino. Con la fama en su ADN, Maya es el insecto virtual que más ha contribuido al estado del bienestar infantil y de los responsables de su cuidado y crianza.

Medio amarilla como el submarino de los Beatles o un taxi de Nueva York, y medio negra como un taxi de Barcelona, las tecnologías digitales obtienen unos colores inenarrables, que danzan y estallan ante los ojos y van directos al seso y a los sentidos. Basta con ver su imagen reflejada en las pupilas de las criaturas. Sólo les falta adentrarse en el plasma e irse a pasear y a jugar con Maya y el fascinante bestiario que la acompaña. De flor en flor, propagada por la red infinita, Maya se expande a través de aplicaciones móviles, tabletas, consolas y videojuegos. Además de en antiguos videos y DVD, cobra forma en multitud de juguetes y es la figurita de plástico más vendida en las pastelerías. Sea en un baúl de antes de Cuéntame o en un iphone en manos pequeñitas, ahí está.

El tiempo no la destruye, la transforma. Cada día, las criaturas la miran, comen y callan. Y el entorno se relaja. Un postre bien administrado de DVD prolonga el buen ambiente. Porque Maya es buena, bonita y alegre. Aun así, tiene enemigos en la ficción. Y otros de carne, hueso e intelecto publican tratados académicos, éticos y analíticos contra Maya. La acusan de belicista, de clasista y de menosprecio y maltrato a zánganos, avispas y moscas. Su creador, el vendedor de imprenta Erns Jacob Waldeman Bonsels, se convirtió en el escritor más leído de Alemania. Censurado y prohibido sucesivamente por los nazis, Estados Unidos y Gran Bretaña, La abeja Maya y sus aventuras fue el libro favorito de los soldados alemanes en la Segunda Guerra Mundial. Bonsels había sido corresponsal de prensa en la Primera Guerra Mundial, y había publicado los cuentos de Maya en Múnich antes de ambos conflictos y del nazismo.

Poco después de nacer, hubo educadores que recomendaban a los padres que no dejasen solos a los niños cuando leían los cuentos de Maya. Como hoy se aconseja no dejarles mucho tiempo a solas frente a pantallas. Pero nada de eso importa a Maya ni a sus incondicionales. Al fin y al cabo, su expansión hipermediática mueve millones de euros, y las metamorfosis digitales la hacen más aventurera, preguntona, juguetona, políticamente correcta y ecologista. Siempre en busca del polen, pasarán más de mil años y Maya será un mito todavía más dulce.



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