Algunas conservas ayudan a mantener una dieta saludable sin necesidad de pasar mucho tiempo en la cocina
En verano, sobre todo en vacaciones, el
descanso y las actividades de ocio le restan tiempo a la cocina. En general,
preferimos hacer otras cosas antes que ponernos con los fogones como en el
resto del año. Sin embargo, sí queremos estar guapos, con la piel tersa e hidratada, el pelo brillante y sano, y queremos sentirnos
con energía y vitalidad para emprender todo tipo de planes y actividades. Para
ello, todo cuenta: el ejercicio, la hidratación, el descanso y, por supuesto,
la alimentación. Las
conservas -en particular, las de pescado- son muy útiles y prácticas para
mantener una dieta saludable sin pasar mucho tiempo en la cocina.
El siguiente artículo explica cómo sacarles provecho
Conservas de pescado: principales ventajas
Cuando tenemos poco tiempo o pocas ganas de
cocinar, los alimentos en conserva se convierten en grandes aliados e
interesantes alternativas nutricionales. En verano, las conservas de pescado
triunfan: aumenta su consumo porque son prácticas y, además, gustan. Prueba de
ello son los datos que ofrece el Ministerio del Medio Ambiente y Medio Rural y
Marino (MARM):
cada año, en nuestro país, se consumen 4,1 kilos de conservas de pescado y de
marisco por persona. El atún, las sardinas, los mejillones y la caballa son las
estrellas de la despensa. Y la explicación, además de
nuestros hábitos dietéticos, es que este tipo de alimento representa una
excelente opción gastronómica y nutricional por varias razones:
·
Son muy apetecibles.
·
Combinan muy bien con los platos frescos.
·
No necesitan preparación y se incorporan con facilidad a la dieta.
·
Son óptimas desde el punto de vista nutricional.
·
Son económicas.
·
Se adaptan a comidas en la playa o en el campo.
Apetecibles y nutritivas, las conservas de pescado
pueden formar parte de numerosas preparaciones frías y calientes: desde
aperitivos, revueltos y tortillas, hasta pizzas, tostas, sándwiches y
bocadillos, sin olvidar que complementan muy bien a las pastas, los arroces y las
legumbres. En verano, cuando hace calor, destaca su uso en las ensaladas y los platos frescos de fácil preparación, que
también nos ayudan a combatir las altas temperaturas y estar mejor hidratados.
Cómo planificar el menú con conservas
de pescado
·
Las conservas de pescado tienen un alto contenido en proteínas y en
grasas. Por ello, para lograr un menú equilibrado, es importante complementarlas
con alimentos bajos en grasas, ricos en hidratos de carbono y en fibra; es
decir, pastas, arroces, legumbres o patatas.
·
Como la dieta debe ser variada, lo idóneo no es consumir conservas a
diario, sino dos o tres veces por semana, para no abusar.
·
En verano, o en los días de calor, interesa completar los menús con
platos frescos (ensaladas) e hidratantes (gazpacho andaluz, zumo de tomate,
vichyssoisse fría, etc.).
·
También es conveniente incluir los alimentos de temporada, ya que
tienen múltiples propiedades beneficiosas para la salud.
o
Frutas: aguacate, albaricoque, cereza,
ciruela, fresa, melocotón, melón, nectarina, níspero y sandía.
o
Verduras: judía verde, patata, pepino, puerro,
tomate y zanahoria (que, además, pueden tomarse en frío).
1. Pasta con mejillones.
Ensalada fresca con queso blanco. Pan o biscotes. Fruta natural.
2. Ensalada de
garbanzos, atún, cebolla y huevo cocido. Gazpacho andaluz. Pan o biscotes.
Fruta natural.
3. Ensalada de cogollos
de tudela, sardinas, queso fresco y aceitunas. Zumo de tomate. Pan o biscotes.
Helado.
4. Arroz con tomate,
cebolla y atún. Vichissoisse fría. Pan o biscotes. Fruta natural.
5. Tomates raff con
ventresca y cebolla. Pizza de atún y salmón. Fruta natural.
Las ventajas nutricionales de las
conservas de pescado
Desde el punto de vista nutricional, las conservas
de pescado son una excelente fuente de proteínas, minerales y vitaminas.
·
Minerales: destacan los aportes de calcio,
hierro, fósforo y magnesio. En el caso de la sardina, el tratamiento térmico
triplica el contenido de calcio, ya que al incluir la espina, ésta se ablanda y
su calcio pasa de la espina a la carne. Si en fresco una sardina contiene unos
50 mg de calcio por cada 100 gramos de peso, cuando está enlatada con la espina
puede contener de 200 a 250 mg de este mineral.
·
Vitaminas: destacan las vitaminas A, D y B. El
recipiente metálico supone una protección de las vitaminas frente a los agentes
que las destruyen, como el oxígeno del aire y la luz.
·
Grasas: ácidos grasos Omega-3. El proceso
tecnológico que da lugar a la conserva incrementa el contenido en materia
grasa. Pero, en buena medida, lo que se incrementa es el porcentaje de ácidos
grasos insaturados.
Estudios realizados en distintos centros de
investigación han permitido constatar la excelente digestibilidad de las
proteínas del pescado en conserva. Bajo el efecto del calor de la cocción, las
proteínas y los almidones se hidrolizan, lo que facilita su digestión. Esto
supone, además de mayor facilidad en la digestión, que nuestro organismo
aprovechará mejor los nutrientes contenidos en estos alimentos.
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