Cooperativas de recicladores generan empleo e ingresos a sus integrantes a la vez que protegen el ambiente Cada día, Valdirene Ferreira dos Santos se levanta muy temprano para preparar la jornada de sus cuatro hijos y, poco después, camina un buen trecho para llegar a su trabajo en la Cooperativa de Reciclables "Antônio da Costa Santos", situada en el barrio Jardín Satélite Iris, en las afueras de la ciudad de Campinas, estado de São Paulo.
Al igual que otros de los 30 cooperativistas, Dos Santos es originaria del estado de Minas Gerais y se mudó a Campinas, ciudad rica y universitaria, en busca de una vida mejor para la familia. Pero, como tantos otros inmigrantes, encontró pocas oportunidades de empleo y se hizo socia de la cooperativa, una alternativa cada vez más presente en la vida de brasileños y brasileñas, sobre todo en el ámbito de la recolección selectiva y reciclaje de residuos. Dos Santos dijo que disfruta de la actividad, y que el sueño de todos los miembros de la cooperativa es "mejorar aún más".
La Cooperativa "Antônio da Costa Santos" se encuentra en un barrio muy significativo en la historia de los residuos urbanos en Campinas. En el Jardín Satélite Iris funcionó durante muchos años el vertedero de Campinas.
Era el lugar donde, como en tantos otros municipios brasileños, se depositaban a cielo abierto los residuos urbanos, provocando enorme impacto ambiental en el terreno y en su entorno. Además, el vertedero era el lugar donde cientos de personas, inclusive niños, iban todos los días en busca de algún material para revender, o hasta para comer, en casos extremos.
Actualmente la cooperativa es un ejemplo de cómo está evolucionando la cuestión de los residuos urbanos en Brasil y la organización de los trabajadores del sector. La propia legislación brasileña ha avanzado y la Ley de Política Nacional de Residuos Sólidos establece como plazo el 2014 para que todos los vertederos del país estén cerrados. Sólo deben funcionar rellenos sanitarios controlados.
Para alcanzar este objetivo, "es fundamental la ampliación y el fortalecimiento de la actividad de las cooperativas", dice Cláudio Domingos da Silva, secretario de Formación de la Central de Cooperativas y Emprendimientos Solidarios (UNISOL Brasil), que representa acciones de economía solidaria en 10 sectores y está presente en todo el país: metalurgia y polímeros, alimentos, construcción civil y vivienda, confección y textiles, cooperativas sociales, reciclaje, artesanías, agricultura familiar, apicultura y fruticultura. Con poco más de una década de actuación, UNISOL es un ejemplo de organización de los trabajadores para la generación de empleo e ingresos, a través de acciones de economía solidaria.
Fortalecimiento de las cooperativas
UNISOL y otras organizaciones que apoyan la lucha de los trabajadores en el reciclaje entienden que las cooperativas tienden a fortalecerse, con resultado directo en la mejora de los ingresos de las familias, de haber más incentivos para que los residuos urbanos sean destinados en mayor volumen para su procesamiento en las cooperativas. Actualmente, menos del 3% de todos los desechos urbanos brasileños es destinado a las cooperativas. La inmensa mayoría de la basura es recolectada por grandes empresas, que destinan los residuos a los vertederos, lo que representa un desperdicio de recursos naturales e impacto ambiental a los lugares donde están instalados esos vertederos. Además, muchos municipios densamente poblados ya no cuentan con áreas disponibles para nuevos vertederos. "La ampliación del reciclaje es buena para todo el mundo, para el área social y para el planeta", añade Da Silva.
Recientemente, el gobierno brasileño puso en marcha la tercera fase del Programa Cataforte-Negocios Sustentables en Redes Solidarias.
La iniciativa prevé inversiones de R$200 millones (US$92.1 millones) en emprendimientos de recicladores, con el propósito de insertar las cooperativas en el mercado de reciclaje y en la cadena de residuos sólidos. Es una acción que también se dirige a cumplir con la ley que prevé el fin de los vertederos el próximo año.
Los vertederos siguen recibiendo buena parte de las cerca de 240,000 TM de residuos que se producen diariamente en Brasil. Estudios implementados por el Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA) estiman que todavía existen en Brasil 2,906 vertederos, distribuidos en 2,810 municipios, sólo el 18% de los cuales tienen programas oficiales de recolección selectiva.
En 1999 nació el Movimiento Nacional de Recolectores de Materiales Reciclables (MNCR). En junio del 2001 se celebró el I Congreso Nacional de Recolectores de Materiales Reciclables en Brasilia, la capital, con la participación de más de 1,700 recolectores y recolectoras. En el evento se lanzó la Carta de Brasilia, documento que expresa las necesidades de las personas que sobreviven con la recolección de materiales reciclables. En el 2003, en la ciudad de Caxias do Sul, estado de Rio Grande do Sul, se celebró el I Congreso Latinoamericano de Recicladores, con la participación de recolectores y recolectoras de diversos países. Asimismo, se aprobó la Carta de Caxias, que unifica la lucha de los trabajadores en reciclaje en el continente.
Mejoras en la gestión
El MNCR calcula en un millón el número de recicladores en Brasil, gran parte de los cuales sigue trabajando de forma muy precaria. Sin embargo, ha aumentado mucho en los últimos años la visibilidad de la lucha de los recicladores, así como el apoyo de diversos sectores a su organización. Es el caso de la propia Cooperativa "Antônio da Costa Santos" que comenzó a estructurarse en el 2001 tras la participación de algunos trabajadores en un curso de cooperativismo ofrecido por Cáritas Campinas.
Los primeros tiempos fueron muy difíciles, recuerda Aparecida de Fátima Assis, pionera en esta actividad y actual presidenta de la cooperativa. El grupo comenzó a trabajar en un área donde funcionaba antiguamente un cobertizo destinado al engorde de cerdos. El grupo se paraba a la sombra de un árbol. "Las mujeres trabajaban en el suelo, separando los materiales que eran colocados en una tabla", recuerda Assis.
El grupo terminó obteniendo el apoyo del entonces alcalde de Campinas, Antônio da Costa Santos, que da nombre a la cooperativa. El alcalde no vio la inauguración de la cooperativa, porque fue asesinado por pistoleros el 10 de setiembre del 2001. En el 2011, la cooperativa conquistó el derecho a utilizar el espacio en el que opera, por decisión de la Municipalidad de Campinas.
El año pasado, la cooperativa mejoró su sistema de gestión, gracias a su participación en el Programa PorAmérica de la RedEAmérica, iniciativa de organizaciones empresariales dedicadas a la inversión social, entre las que se halla el Instituto Arcor Brasil que le ha brindado apoyo financiero y técnico. Otros socios que han ayudado a la cooperativa a implementar una política de control de calidad son la Universidad Católica de Campinas y el Centro de Referencia en Cooperativismo y Asociativismo (CRCA). Todos los cooperativistas pasaron por talleres de capacitación, lo cual mejoró su calificación laboral.
"Hace 10 años no imaginábamos lo que la gente conseguiría, porque todavía estábamos muy aislados", recuerda Valdecir Viana, otro pionero y primer presidente de la cooperativa. "Ahora estamos consolidando una visión empresarial y la cooperativa ya está haciendo inversiones propias con su fortalecimiento".
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