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jueves, 14 de marzo de 2013

Cristianos arriesgan su vida en zonas extremas del mundo.

En lo profundo del sur de Rusia, en la costa oriental del Mar Caspio se encuentra Daguestán, la provincia más peligrosa del país. Casi a diario, musulmanes radicales luchan contra fuerzas rusas por conquistar la provincia a nombre del Islam. Sin embargo, lejos del frente de batalla, un pequeño grupo de cristianos comparte en secreto el Evangelio entre los musulmanes.

A cien mil millas de Moscú las fuerzas rusas están en lucha, hace 20 años, contra una rebelión islámica. Hay muertes, asesinatos y bombardeos aquí casi todos los días.

Musulmanes ultra conservadores quieren que el Islam gobierne esta parte del país, conocida como el Cáucaso Norte. Daguestán es el corazón de la insurgencia.

En 1999, un grupo de musulmanes radicales intentó convertir a Daguestán en un emirato gobernado por la ley islámica Sharía. El ejército ruso intervino pero desde entonces, ésta provincia, habitada por dos millones y medio de personas, tiene unas tres mil mezquitas.

“Hay una parte de la sociedad, en especial la juventud, que se vuelve más radical. Quieren seguir una forma pura del Islam”, comenta un ciudadano.

Según encuestas, uno de cada tres habitantes apoya el apedrear adúlteros y cortar las manos de los asaltantes.

– ¿Cuán abiertos están los musulmanes aquí a escuchar de Jesucristo? –

– “Debo decir que hay quienes están abiertos y han oído de Cristo, pero debemos ser muy cuidadosos”, – asegura “Roman”, un hombre convertido del Islam –.

“Roman” es ahora pastor de una iglesia subterránea. Se reúnen en discretos grupos de casa, pues muchos de los que asisten provienen del Islam.

– ¿Cuán peligroso es ser cristiano en Daguestán hoy? –

– “Para algunos creyentes puede significar la muerte, para otros persecución o acoso diario” – asegura “Roman”.

El 15 de julio de 2010, un pistolero mató al amigo “Roman”, Artur Suleimanov.

Suleimanov de 49 años dirigía la congregación protestante más grande de Daguestán. Medios locales lo acusaron de convertir musulmanes.

“Me preguntaba si sería el próximo. Para ser honesto, quería dejar la ciudad inmediatamente y no volver”, comenta “Roman”.

Sin embargo, a los 3 años de la muerte de su amigo, él dice que está más decidido que nunca de compartir el amor de Cristo. “Recibo amenazas de los musulmanes. Así es la vida”, comenta.

Daguestán tiene más de 90 por ciento de musulmanes. Nadie sabe en verdad cuántos cristianos evangélicos hay.

Los creyentes dicen que la Iglesia en Daguestán se enfoca en dos áreas: discipulado y plantar iglesias.

50 personas asisten a la congregación de Roman; 22 de ellos siembran iglesias a tiempo completo. “A veces mi esposa bromea que no tendremos una iglesia ¡Porque todos están siendo enviados! No quiero construir una iglesia y llenarla con personas. Cuando alguien acepta al Señor, los discipulamos y lo enviamos”.

Valentine es uno de los sembradores de iglesias. Él sirve en una aldea remota cerca del borde con Chechenia.

Este hombre comenta que “durante los últimos 6 o 7 años, las aldeas han sido áreas de cultivo para radicales musulmanes. Jóvenes están siendo reclutados de aquí para unirse a rangos militares. Tratamos de alcanzarlos antes de que eso suceda”.

Otro creyente fue severamente golpeado cuando intentó compartir el Evangelio con una chica musulmana.

“Nada va a detener el trabajo del Espíritu Santo aquí. Tal como Dios ama a los chinos, americanos, alemanes, Él tiene un gran amor por Daguestán, Chechenia y todo el Cáucaso”, asegura este hombre cuyo nombre se reserva por seguiridad.

Oksana enseña en una escuela musulmana. Ella no puede hablar abiertamente del cristianismo, pero cuando los alumnos preguntan sobre su fe, ella tiene una respuesta.

“Cuando llegué a la escuela, los alumnos me dijeron que odiaban a los cristianos. Pero, sus corazones han cambiado. Lo único que puedo hacer es vivir mi vida cristiana en humildad y amor y dejarle el resto a Dios”, dice esta maestra.

Daguestán y el Cáucaso Norte son uno de los lugares menos evangelizados de la tierra. El creciente fervor islámico ha prevenido a muchos rusos de siquiera visitar la zona.

Pero, para Roman, Valentine y otros creyentes que trabajan en la sombra, el riesgo de dar a conocer el nombre de Cristo, vale la pena.

“Ministramos drogadictos, tenemos un programa de alcance juvenil y entrenamos a la próxima generación de líderes. Esa es nuestra estrategia. Quizás no veamos el fruto de nuestra labor inmediatamente, pero somos llamados a dar el fundamento, labrar la tierra, para futuras generaciones”, asegura Román.

FUENTE: MUNDO CRISTIANO

 

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