El papa Francisco vuelve a dar
nuevas señales de austeridad y humildad. Ahora, en un visita de diplomáticos al
Vaticano, el Sumo Pontífice apareció sentado en un sillón blanco y no en
el trono de oro que solía usar su antecesor, Benedicto XVI.
El Papa argentino ha dado muestras de una simpleza poco común en
la Santa Sede. En su primera semana en el cargo, ha saludado a los fieles sin su
tradicional escolta de seguridad, y se ha negado a cambiar sus
viejos zapatos negros, por los rojos que manda la tradición papal.
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