Después del
Sol, la Luna es el objeto más brilante que regularmente se puede apreciar desde
la Tierra, y el único satélite conocido hasta el descubrimiento de los
satélites galileanos; de hecho, la palabra luna se emplea genéricamente para
llamar a cualquier satélite natural.
La Luna
posiblemente se originó cuando un objeto del tamaño de Marte (conocido como
Orfeo) colisionó con la Tierra en los primeros años de su formación, como
aglutinamiento del material expulsado al espacio exterior, y que no cayó
nuevamente sobre la superficie de joven Tierra.
La Luna
tiene un diámetro de 3476 kilómetros lo cual la convierte en el quinto satélite
más grande del Sistema Solar; tiene una masa equivalente a 1/81 de la
terrestre; orbita la Tierra a una distancia promedio de 384.400 kilómetros de
su centro. Su periodo de rotación es similar al de su traslación: 27,3 días
terrestres; por lo cual, siempre muestra la misma cara a la Tierra; a este
fenómeno se denomina rotación síncrona.
La Luna
presenta una corteza superficial de unos 60 kilómetros de profundidad, seguida
de un manto de unos 1000 kilómetros de ancho que envuelve un núcleo que se cree
fundido de unos 1500 kilómetros de diámetro. Aunque la Luna carece de
atmósfera, se han detectado en su supeficie trazas minúsculas de gases como el Hidrógeno,
el Helio, el Argón, y el Neón; lo cual es indicio de algún vestigio de
actividad geológica en su interior.
No es del
todo correcto afirmar que la Luna orbita alrededor de la Tierra, pues estos dos
cuerpos giran alrededor de un baricentro, que se encuentra en el interior de la
Tierra, pero no exactamente en su centro. Para un observador que viera el
Sistema Solar desde nuestro zenit, miraría como la Luna presenta una órbita
sinuosa, alrededor del Sol, serpenteando sobre la órbita de la Tierra.
Averigua
cómo sería el dibujo de la órbita de la Luna alrededor del Sol, vista desde un
punto ubicado en el polo norte del astro rey.
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