Se acercaba
la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén, y halló en el templo
vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y cambistas sentados. Hizo un azote de
cuerdas, y los echó a todos del Templo con las ovejas y los bueyes, tiró las
monedas de los cambistas y volcó las mesas. Y dijo a los vendedores de palomas:
“Quitad esto de aquí: no hagáis de la casa de mi Padre un mercado”. Sus discípulos se acordaron que está escrito:
“El celo de tu casa me devora”.
Entonces los
judíos le dijeron: “¿Que señal nos das para obrar así?” Jesús les respondió:
“Destruid éste templo y en tres días lo levantaré”. Los judíos le replicaron: Se edificó el
templo en cuarenta y seis años, ¿Y tú lo levantarás en tres días?” Más Él
hablaba del Templo de su cuerpo.
Por eso,
cuando resucitó de entre los muertos, se acordaron sus discípulos que ya lo
había dicho, y creyeron en la Escritura y en la palabra de Jesús.
· El único acto de violencia que el Evangelio presenta en el
comportamiento de Jesús sucede en defensa de la dignidad del Templo de Dios.
· Actúa como Mesías, como enviado de Dios,
con toda autoridad.
· La Pascua era y es la gran fiesta de los
judíos, que les recuerda la noche en que pasaron de la esclavitud a la
libertad en Egipto.
Todos
visitaban el Templo y ofrecían sacrificios aún los judíos que vivían en el
extranjero procuraban llegar al Templo
de Jerusalén.
· ¿Por qué se disgustó Jesús? Porque era un escandaloso negocio. Lo que pasaba era
que cuando alguien iba a ofrecer un sacrificio Anás Y Caifás y otros sacerdotes exigían que los animales
fueran sin mancha alguna, y tenían personal que inspeccionaba que así fuera y cuando los animales no habían
sido comprados en el Templo encontraban pretexto para regresarlos y así podían
vender sus animales a precios muy elevados.
Eso sin
contar con que el Templo es y debe ser un lugar de recogimiento y oración y se
había convertido en un lugar ruidoso con los bramidos de los animales y los
gritos de los cambistas quienes también se aprovechaban de los extranjeros
comprándoles a muy bajo precio sus monedas para negociarlas después.
Jesús se
enojó y mucho porque estaban desacralizando la casa de Dios. Cada sitio merece
respeto con mayor razón lo que es sagrado.
· Es curioso observar como mientras azota
las cuerdas para alejar a los arrieros, a los bueyes y a las ovejas y voltea
las mesas de los cambistas, a los que tenían palomas en sus jaulas solamente
les pide que las alejen de allí y no emplea violencia porque los pobres animales no podían moverse
solos y los hubiera lastimado al voltear
las jaulas. Jesús siempre ha sido compasivo y considerado en grado extremo.
· La actitud de Jesús no fue en vano nos enseña ha respetar la Casa de su Padre.
· El celo de tu casa me devora. Los discípulos recordaron esa frase del Salmo
68 que habla del Mesías.
· ¿Qué señal nos das para obrar así? Habían venido muchos falsos Mesías que habían hecho que el pueblo concibiera
esperanzas que resultaron falsas. Por eso piden una señal milagrosa que lo
acredite como Hijo de Dios.
· Destruid este Templo y en tres días lo
levantaré. Jesús sabía que el templo de Jerusalén sería destruido en el año 70
por el general romano Tito pero en esta ocasión hablaba del templo de su
cuerpo. Ningún otro templo ha sido destruido tan sistemáticamente como el
templo más sagrado que ha existido, el cuerpo de Jesús en su Pasión. La Cúpula,
la Cabeza fue destrozada por la corona de espinas y los bofetones. El Atrio,
los pies desechos por los clavos igual que las Naves, sus manos.
Las Paredes,
su piel destrozada por los golpes y los latigazos. El Altar, su Corazón, atravesado por la lanza. Pero
todo ese Templo, el más sagrado del mundo fue reedificado maravillosamente al
tercer día, al resucitar Jesús.
· San Pablo también nos aclara que se debe
honrar no solo la Casa de Dios cuando
dice: “No saben acaso que ustedes son el Templo de Dios y que el Espíritu de
Dios habita en ustedes? Quien destruye el templo de Dios, será destruido por
Dios, porque el Templo de Dios es Santo y ustedes son ese Templo.
· Por eso: Respeto y veneración a la casa
de Dios en primerísimo lugar, pero
también quien maltrata a una persona o la humilla, la calumnia o la desprecia,
quien le quita la vida a un ser humano
ya sea adulto o en el vientre de su madre, quien le roba la inocencia a
un niño, el que viola o en alguna forma atenta contra otro ser humano comete un
verdadero sacrilegio porque todos somos templos vivos del Espíritu Santo y
recordemos que el única momento de violencia de Jesús que consigna el
Evangelio fue cuando no se respetó ni se
honró el templo y cada persona que se cruza en nuestro camino es un templo
vivo.
Ma. de
Lourdes Rodríguez Cruz.
Bibliografía:
El Evangelio
Explicado P. Eliécer Salesman
Libro de los
Salmos.
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