Un mayor consumo de sandía puede mejorar el control de la glucemia y de la dislipemia, e incluso, de la hipertensión arterial
La sandía es una fruta típica veraniega, dulzona y muy
acuosa. Sin tener una composición relevante, destacan distintos compuestos que
favorecen la salud. Entre ellos, el licopeno (antioxidante) y la citrulina, un
aminoácido beneficioso para la síntesis de óxido nítrico, un compuesto esencial
para regular el tono vascular y la hemodinámica, la dinámica de la sangre y la
función del corazón. Durante la temporada natural de esta fruta, es aconsejable
comer un buen trozo de sandía a diario e idear recetas originales para
incluirla en distintos platos del menú y no solo como fruta para picar entre
horas o de postre. Un mayor consumo puede mejorar el control de la glucemia y
de la dislipemia, así como de la hipertensión arterial.
Sandía, corazón y síndrome metabólico
os beneficios biológicos tras un mayor consumo de sandía se
traducen en una posible mejoría del control de la glucemia y de la dislipemia,
e incluso, de la hipertensión arterial. La sandía es una fuente biodisponible
de citrulina, precursor para la síntesis de arginina (necesaria para la
formación de proteínas y otras moléculas) en los seres humanos y, por tanto, el
consumo de este alimento funcional puede tener implicaciones importantes en la
prevención y tratamiento de enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares y
en el síndrome metabólico.
El perfil de una persona con síndrome metabólico incluye
obesidad, hiperglucemia, hiperinsulinemia y resistencia a la insulina, además
de dislipemia e hipertensión arterial. Estos factores, de forma independiente o
en conjunto, contribuyen a un alto riesgo de enfermedad cardiovascular, una de
las principales causas de mortalidad en los países occidentales.
La sandía, como alimento funcional, ayuda en la prevención y tratamiento de enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares, así como en el síndrome metabólico
La sandía es uno de los pocos alimentos ricos por naturaleza
en el aminoácido citrulina y, aunque en esta fruta se detectan cantidades
variables de tal compuesto, se estima un contenido medio de 1,5 mg/g. De este
modo, con el consumo de un kilo de sandía, se alcanza el 40% de la ingesta
media diaria recomendada para las personas adultas: 3,8 g de arginina
(aminoácido que se forma a partir de la citrulina).
La arginina es un aminoácido esencial para los jóvenes
mamíferos (incluidos los bebés humanos) y para adultos con traumatismos,
quemaduras, resección masiva del intestino delgado e insuficiencia renal. Se
sintetiza a partir de citrulina, a través de una compleja vía metabólica, en
todas las células animales. La arginina es fundamental para la formación de
proteínas y otras moléculas con enorme importancia biológica, como el óxido
nítrico, un factor vasodilatador, antiaterogénico y antitrombótico, esencial
para regular el tono vascular y la hemodinámica (dinámica del corazón y de la
sangre).
Una concentración orgánica adecuada de arginina se ha
asociado también con mejoras en la concentración plasmática de glucosa, en gran
medida debido a que el óxido nítrico aumenta el flujo sanguíneo, la captación y
oxidación de glucosa por el músculo esquelético y la sensibilidad a la insulina
en los tejidos, además de regular la oxidación de la grasa.
Una buena porción de sandía al día
Uno de los pocos estudios que ha investigado la
biodisponibilidad en humanos de la citrulina y sus metabolitos, como la
arginina, tras el consumo de alimentos lo ha realizado el Servicio de
Investigación Agrícola (ARS) del Departamento de Agricultura de Estados Unidos
(USDA). En este estudio controlado y cruzado de tres semanas de duración, los
participantes consumieron una dieta controlada por nutricionistas que incluía
un consumo bajo de jugo de sandía (0,260 kg por taza, 3 tazas al día) y un
consumo alto (0,52 kg por taza, 6 tazas diarias de zumo) en las tres comidas
principales (desayuno, comida y cena). El periodo de lavado entre un tipo de
consumo y otro (bajo o alto) fue de dos a cuatro semanas. Durante ese tiempo,
los participantes consumieron una dieta de libre elección, con la excepción de
ingerir alimentos ricos en licopeno, como la sandía o el tomate.
En este estudio se comprobó que, tras tres semanas, los
individuos que más jugo de sandía consumieron tenían mayores concentraciones de
arginina, en comparación con el grupo control. Tras analizar estos resultados,
aunque sin imitar cantidades, el consejo dietético saludable recomienda comer
una buena porción de sandía cada día durante toda la temporada de esta fruta
veraniega. El consumo de sandía es bueno para la salud sin efectos secundarios,
aunque con excepciones en casos concretos. Las personas que tengan muy
descompensados los triglicéridos o los índices de glucemia, o bien quienes
tengan patología hepática que requiera un control estricto de los azúcares,
tendrán incluso que limitar el consumo de cualquier fruta.
SANDÍA NO SOLO DE POSTRE
La temporada de sandía no es muy extensa, de forma que
conviene aprovechar diversas recetas para no relegarla solo a la fruta de
postre. Se puede comenzar el menú con un entrante de gazpacho de sandía, que
tan solo se diferencia del tradicional en que se añade la fruta al resto de
ingredientes típicos. También puede servir de entrante refrescante la sopa fría
de sandía con yogur, para lo cual habrá que adaptar la receta propuesta y
sustituir el azúcar por un toque de aliño con sal, pimientas y un chorrito de
aceite de oliva virgen. Incluso, se puede probar y añadir pepino al batido.
Las propuestas dulces son más variadas, de forma que es
fácil y rápido improvisar con sandía un zumo mezclado con piña o con naranja.
Los sorbetes y los granizados son muy refrescantes y apetitosos. Como colofón a
una comida casera, se puede servir de postre una vistosa brocheta de melón,
sandía y piña o una sandía rellena.
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