Una de las más apreciadas y
consumidas es la carne de res, que incluye la de ternera, de vaca y del buey.
Este tipo de carne contiene alto contenido en grasas, por lo que su consumo no debe ser exagerado, sobre todo en personas con hipertensión, diabetes, obesidad o sobre peso.
Según la parte del cuerpo del animal
que se vaya a consumir, el tipo de animal y su edad, es que las propiedades
nutritivas varían.
En este sentido es importante
diferenciar entre las carnes blancas y las carnes rojas que dependen de la edad
del animal. La carne roja procede de animales adultos, como la vaca. Su sabor
es mucho más fuerte y tiene mayor cantidad de grasa y proteínas.
La carne más tierna es la de las
reses menores de un año de edad y que solamente se alimentan de leche materna.
La carne es mucho más suave. La de novillo es roja y pertenece a las reses de
hasta cinco años. Los bueyes, vacas y toros mayores de cinco años son los que
tienen la carne más roja, su sabor y valor nutritivo es mayor.
El consumo de carne roja, si bien es
necesario para el sano crecimiento, la reposición de células y la realización
de las funciones corporales, por su alto contenido en grasa y colesterol se
debe limitar a la dosis recomendada, que es de 80 gramos diarios, o sea un
trozo de tamaño mediano.
El excesivo consumo de la carne roja
por su gran contenido en colesterol y grasa, incrementa el riesgo de sufrir
cáncer de colon y recto, así como posiblemente de otros como el de mama.
La carne de ganado vacuno es conocida
también como “carne magra”, porque es menos grasosa que la del cordero o la del
cerdo ya que contiene menos del 10% de la materia grasa. También es menos
grasosa y tiene más agua que la carne de ternera, aunque depende de la parte
del cuerpo que se elija, por ejemplo, las chuletas son más grasosas que el
solomillo.
Las personas que tengan sobrepeso o
problemas de colesterol deben limitar el consumo de la carne o bien consumir la
magra y cocinarla de preferencia a la plancha o al horno.
Para elegir una buena carne hay que
ver siempre su color, consistencia y olor. Su color debe ser rojo brillante,
sin grumos amarillentos o blancuzcos. Su consistencia no debe ser pegajosa y su
olor fresco. Debe haber estado refrigerada y de preferencia debe consumirse
después de 72 horas de comprada, aunque los sistemas de refrigeración modernos
la pueden conservar fresca durante más tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario