Sencillas recomendaciones para combatir este penoso padecimiento que puede ser ocasional o crónico.
Alimentos como la cebolla, el ajo y el alcohol, favorecen el mal aliento.
El mal
aliento o halitosis puede ser ocasional o crónico. Cuando es ocasional
normalmente se debe a alguna comida que se ingirió durante el día y que el
cuerpo no ha podido procesar; en estos casos si toma agua cada media hora, el
mal olor en la boca será historia.
Sin embargo,
hay casos en los que la halitosis es crónica. Cuando yo estaba en séptimo grado
tenía una compañera de clases que cada vez que hablaba parecía que habían
abierto la cloaca. La pobre niña tenía tan mal aliento que todos nos sentábamos
lejos y cuando hablaba nos tapábamos la nariz.
Así como esa
niña, se estima que un 50% de la población padece halitosis por problemas
estomacales o bucales. Con frecuencia este problema se acentúa con la edad.
Las personas
que tienen mal aliento crónico pueden:
Eliminar los
restos de comida con seda dental y cepillarse después de cada comida.
Tomar entre
2 a 3 litros de agua al día para estimular la producción de la saliva.
Evitar las
bebidas alcohólicas, tabaco y comida a base de ajo y/o cebolla.
Dos recetas
caseras fáciles de preparar que funcionan a corto y a largo plazo son:
Té de
yerbabuena: Prepare un té con una cucharada de yerbabuena en una taza de agua.
Hiérvalo por unos cinco minutos y tómelo a cualquier hora del día.
Jugo de
durazno: Prepare un jugo con un durazno cortado en trozos, la mitad de una
toronja, un cuarto de mango, dos ramas de yerbabuena y media taza de agua.
Licúelo y tómelo en ayunas.
Recuerde lo
que decía el padre de la medicina, Hipócrates: “Que tu comida sea tu medicina”.
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